Virtudes De Ramadán: Hadith Número Uno

 

Narró Salmán (radialláhu ‘anhu) que Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dijo en una jutbah (sermón), a fines del mes de Sha'bán: "¡Oh gentes! Un mes auspicioso y bendito ha descendido sobre ustedes. En dicho mes hay una noche que es superior a mil meses (por ejemplo, las 'ibádát (adoraciones) realizadas en esa noche, son superiores a las 'ibádát que podrían hacerse en mil meses). Alláh Ta'álá ha hecho obligatorio el ayuno y ha decretado la vigilia voluntaria por la noche (salátut-taráwih). Una acción nafl (voluntaria u opcional) realizada durante este mes con el propósito de acercarse a Alláh Ta'álá, es igual a una acción fard (obligatoria) realizada durante otro mes. Una acción fard realizada en este mes, es igual a setenta acciones fard de otros meses".

 

"Este mes, es el mes de la paciencia, y la recompensa por la paciencia es el Yannah (el Paraíso). Es el mes de la amabilidad hacia nuestro prójimo. Es el mes donde la provisión del verdadero creyente es aumentada. A quien le dé a un ayunante algo para romper su ayuno, sus pecados le serán perdonados y será salvado del fuego de Yahannam (Infierno). Para el que da el alimento se dará tanta thawáb (recompensa) como la del ayunante a quien le fue dado algo para iftár sin que la recompensa de éste disminuya en lo más mínimo".

Los sahábah (radialláhu 'anhum) dijeron: "¡Oh Rasúlulláh! Ninguno de nosotros tiene los medios para dar algo como iftár a alguien" (refiriéndose a una comida completa). Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dijo: "Alláh concede esta misma recompensa, incluso para aquél que da a otro un dátil, un trago de agua o leche para que rompa su ayuno (como iftár)".

"Este es el mes en cuya primera parte Alláh concede misericordia, en cuya mitad Él concede el perdón y en la última parte Él concede la liberación del fuego de Yahannam".

"Para quien alivie la carga de trabajo de sus sirvientes durante este mes, Alláh le perdonará y le liberará del fuego de Yahannam”.

"Y durante este mes, cuatro cosas deben hacerse abundantemente, dos de ellas serán para complacer a vuestro Señor, mientras las otras dos son para ustedes mismos. Lo que deben hacer para complacer a vuestro Señor es repetir abundantemente: "Lá iláha illalláh" y la segunda es hacer mucho istigfár (pedir perdón a Alláh). Respecto de aquellas que son para ustedes mismos, es pedir a Alláh la entrada al Yannah y pedir refugio en contra de Yahannam".

"Y para cualquiera que dé a un ayunante agua para beber, Alláh le concederá que pueda beber de mi fuente, donde después de haber bebido nunca más se volverá a sentir sed hasta que se entra en el Yannah".

Reportado por Ibn Al Juzaimah.

Comentario

Todos los puntos sobre los que trata este hadith, han sido enfatizados en muchas otras narraciones y se refieren a las grandes virtudes que contiene el mes de Ramadán. En él hay varios asuntos importantes que debemos notar:

Primero, Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dirigió este sermón en los últimos días del mes de Sha'bán por la obvia razón de que él (sallalláhu 'aleihi wa sallam) trataba de inculcar en nosotros el gran valor de este mes, para que recordásemos y no dejásemos escapar, ni siquiera un segundo de él, sin haberle dado su debida importancia. Luego, dirigió la atención hacia Lailatul Qadr (Sobre la que hablaremos más adelante).

Finalmente, llamó la atención acerca del hecho de que Alláh Ta'álá decretó que el ayuno fuera obligatorio, Quien también hizo sunnah (tradición profética) la oración del taráwih durante las noches de Ramadán.

De este hadith se entiende que la orden de realizar la oración del taráwih proviene de Alláh Ta'álá. Al mismo tiempo, en todos los ahádith donde Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dice: "Lo he hecho una sunnah" es para enfatizar la importancia que tiene. Todas las autoridades de "Ahlus-sunnah wal yamá'ah", están de acuerdo sobre el hecho de que el saláh del taráwih es sunnah (Burhán, menciona que sólo Rawáfid (secta shiita) le niega esta cualidad).

El Sheij Sháh Abdulhaq Dehlawi (rahmatulláhi 'aleihi) escribió en su libro "Má Thabata Bis-Sunnah" que: "Si las personas de cualquier poblado faltan a cumplir con la oración del taráwih, entonces su gobernante musulmán debe obligarlos a hacerlo".

Aquí debe ponerse atención en un punto, mucha gente es de la opinión que uno puede escuchar la recitación completa del Corán en una mezquita durante ocho o diez noches y luego dejar de hacer la oración del taráwih con la yamá'ah, puesto que el beneficio de la sunnah ya habría sido conseguido. Esto es incorrecto, pues por cumplir una sunnah se deja de cumplir con la otra. Primero, es sunnah escuchar la recitación completa del Corán durante la oración del taráwih y, en segundo lugar, es sunnah también rezar en yamá'ah esta oración. Ambas sunan deben ser observadas con particular cuidado.

Como aquellos que se encuentran de viaje, no pueden cumplir con estas dos sunnah, porque no tienen certeza acerca de dónde se encontrarán, se recomienda que durante los primeros días de Ramadán escuchen todo el Corán en taráwih, de manera que completen la recitación del Corán y que acudan a rezar en yamá'ah cada vez que tengan la oportunidad. De este modo, junto con lograr la lectura de todo el Corán no interrumpirán su trabajo.

Otro punto destacable en la lectura de este hadith, es que Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) nos informa en él que cada obra voluntaria (nafl) que hagamos durante el mes de Ramadán, será recompensada como una obligatoria (fard) realizada en tiempos normales, y que una acción obligatoria en Ramadán recibirá, a su vez, la recompensa de setenta faráid realizados en tiempos normales.

Nuestras Faltas

Aquí debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué importancia le damos a nuestras 'ibádát (actos de adoración) durante el mes de Ramadán? ¿Cuánta importancia le otorgamos a nuestras acciones obligatorias? ¿Cuánto incrementamos nuestras acciones voluntarias?.

Respecto de las acciones fard, vemos que muchas personas después de haber comido el suhúr (comida liviana que antecede al ayuno) se van a la cama sin haber rezado la oración del fayr. Otros rezan esta oración, pero no en yamá'ah.

Da la impresión que agradecemos a Alláh Ta'álá por los alimentos que hemos tomado en el suhúr, no por cumplir con la obligación más importante o no por hacerla en yamá`ah. Este saláh ha terminado incorrectamente, Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dijo: "No hay saláh para aquellos que viven cerca de la mezquita, excepto en la mezquita".

En el libro "Madháhire Haq" (comentario del Mishkát) encontramos que no hay recompensa por el saláh de aquellas personas que no cumplen con hacer el saláh en yamá'ah sin una excusa o razón válida.

Del mismo modo, encontramos casos en que por tomar el iftár hay gente que no alcanza a hacer su oración del magrib, mientras que otros pierden el primer takbir (cuando se dice Alláhu ákbar), o pierden la primera raka'ah. También hay quienes se apresuran por terminar el saláh del taráwih temprano, o incluso, rezan la oración del ‘ishá antes del tiempo.

Este es el modo en que nos preocupamos por nuestra oración obligatoria durante el mes de Ramadán. Se llega, incluso, a perder el cumplimiento de tres obligaciones por hacer una, como cuando llega el tiempo del saláh del dhuhr y lo perdemos por quedarnos durmiendo, para luego dejar pasar el tiempo del 'asr, pues nos encontramos inmensamente ocupados comprando, vendiendo y cocinando para preparar el iftár.

Si esto es lo que acontece durante Ramadán con los faráid (plural de fard, obligatorio), podemos imaginar lo que ocurre con los nawáfil (plural de nafl, obras voluntarias). Por irnos a dormir, dejamos de lado la oración del shurúq (después de la salida del sol) y del duhá (media mañana) o la de auwábin (oración voluntaria, aparte de la sunnah después del magrib). Estamos tan ocupados con el iftár que al momento de pensar en el taráwih ya ha pasado una hora completa y ésta oración del auwábin también se ha perdido. Qué decir del tahayyud (oración voluntaria que se hace en la última parte de la noche), cuyo tiempo coincide con el del suhúr y también lo perdemos. ¿Cuándo habrá entonces algún momento para oraciones nawáfil? Esto se debe nada más que a la falta de interés y de ganas de hacerlas.

"SINO QUIERES HACER ALGO,

HABRÁ MILES DE EXCUSAS"

Al contrario de lo anteriormente dicho, vemos que hay quienes encuentran tiempo para realizar todas estas 'ibádát. Personalmente he visto a mi profesor Sheij Jalil Ahmad (rahmatulláhi 'aleihi) en mes de un Ramadán, siendo él un hombre anciano, débil y enfermo, que leía un yuz (una de las treinta partes en las que se divide el Corán) y cuarto del Corán en la oración voluntaria después del magrib. Luego, se iba a comer y en esto tardaba alrededor de treinta minutos y después de terminar con otras necesidades previas a la oración del taráwih, rezaba este saláh que dura aproximadamente dos horas y media en India y tres en Al Madinah Al Munauwarah, donde también estuvo. Posteriormente, se iba a dormir durante dos a tres horas (dependiendo de la estación) para levantarse a recitar el Corán en tahayyud hasta cerca de treinta minutos antes del saláh del fayr. Después de tomar el suhúr, se quedaba leyendo el Corán y algunas wadháif (súplicas diarias) hasta que llegaba el tiempo para rezar el fayr, y cuando terminaba esta oración se quedaba meditando (muráqabah) hasta el tiempo del shurúq, después de esto se ponía a escribir su famoso libro "Badhlul Mayhúd" (comentario sobre Abú Dáwúd), luego se dedicaba a responder cartas hasta el mediodía. Luego de ello, se iba descansar hasta el dhuhr y, finalmente, entre el dhuhr y el `asr solía recitar el Corán. Desde la oración del 'asr hasta el magrib se dedicaba a hacer dhikr (recuerdo de Alláh) y a responder las consultas de los que le visitaban. Cuando terminó de escribir su libro, se pasaba la mañana de Ramadán en tiláwah (recitación del Corán) y en la lectura de importantes obras religiosas, especialmente: "Badhlul Mayhúd" y "Wafa Al Wafa". Este era su programa diario de 'ibádah voluntaria durante el año, pero en Ramadán, él dedicaba más tiempo a ellas y prolongaba los raka'át de sus oraciones.

Para una persona común, observar las rutinas especiales que otros piadosos predecesores aplicaban en Ramadán sería muy difícil. El Sheij Al Hind Mahmúdul Hasan (rahmatulláhi 'aleihi), solía permanecer en oración voluntaria desde el taráwih hasta el fayr y oía la recitación de diferentes huffádh (memorizadores del Corán, plural de háfidh) uno tras otro.

El Sheij Sháh Abdurrahim Raipúri (rahmatulláhi 'aleihi) estaba siempre ocupado en la recitación del Corán durante los días y noches de Ramadán y por lo mismo, no tenía tiempo para atender la correspondencia o a quienes le visitaban, excepto algunos pocos a quienes podía ver después del taráwih mientras bebía una taza de té.

Consejo

La razón para mencionar las obras que estos virtuosos hombres desarrollaban durante Ramadán, no es para leerla solamente, sin sacar ninguna lección de ellas, sino que han sido escritas con el propósito de que cada uno de nosotros, dentro de nuestra propia capacidad, desarrollemos el coraje y la destreza de seguir estos nobles ejemplos. Cada programa de nuestros piadosos predecesores tenía su propia especialidad.

¡Qué maravilloso sería que aquellos que no están presionados por las actividades de la vida mundana hiciesen su mejor esfuerzo por enmendar su vida religiosa en este mes después de haber dejado que once meses del año pasasen sólo para destruirse!

Aquellos que deben acudir a las ocho, nueve o diez de la mañana a sus oficinas, ¿Qué problema tendrían en gastar el tiempo que resta entre el fayr y su hora de entrada al trabajo para recitar el Corán? En fin, siempre encontramos tiempo para nuestras necesidades mundanas a pesar de las horas de oficina.

A quienes trabajan en agricultura, y que normalmente no dependen de otros, nada les impide recitar el Corán en sus granjas o adecuar su rutina diaria. Igualmente a los hombres de negocios, vendedores y mercaderes, nada debe detenerlos de recitar el Corán durante sus horas de trabajo o de hacer un alto en su labor para dedicarse a la recitación. Después de todo, existe una relación muy estrecha entre el Corán y el mes de Ramadán. Casi todas las Sagradas Escrituras que existen fueron reveladas durante este mes. Además en Ramadán, el Corán fue traído desde "Al-Lauhul Mahfúdh" ( la Tabla Protegida ) hasta el cielo del mundo "Samá ud-Dunia", y desde ahí fue siendo revelado poco a poco al Profeta Muhammad (sallalláhu `aleihi wa sallam) durante veintitrés años.

El Profeta Ibráhim ('aleihis salám) recibió las escrituras, entre los días primero y tercero de este mes sagrado. El Profeta Dáwúd ('aleihis salám) recibió el Zabár, entre los días doce y dieciocho, Másá ('aleihis salám) en el día sexto recibió la Tauráh y el Profeta 'isá (Jesús) ('aleihis salám) recibió el Inyil en el día doce o el trece.

De esto se desprende la gran conexión que existe entre las divinas escrituras y el mes de Ramadán. Por ello, debemos leer el Corán tanto como sea posible, pues tal era el hábito de nuestros piadosos ancestros. Yibril ('aleihis salám) solía recitar el Corán completo a nuestro Profeta (sallalláhu 'aleihi wa sallam) en el mes de Ramadán. En algunas narraciones se ha dicho que Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) solía recitarlo y Yibril ('aleihis salám) lo escuchaba. A partir de estos relatos, los `ulamá (sabios religiosos) han concluido que es mustahab (recomendable) leer el Corán de tal manera que, cuando alguien recita, los demás lo escuchen.

Entonces recitemos el Corán tanto como se pueda y no malgastemos el tiempo que nos quede libre. Rasúlulláh (sallalláhu `aleihi wa sallam) dirigió nuestra atención hacia otros asuntos y nos aconsejó que los practicásemos constantemente. Estos son: recitar la Kalimah Tayyibah (Lá iláha illalláh), hacer istigfár (pedir perdón de Alláh); pedir el Paraíso y buscar el refugio contra el Fuego.

Por ello, debemos considerar un honor gastar mucho tiempo en estas recitaciones, pues sería una valoración auténtica de las enseñanzas de Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam). ¿Es tan difícil después de todo mantener la lengua ocupada con la recitación del salawát (salutaciones) o con "LA iláha illalláh", mientras cumplimos con nuestras obligaciones diarias?

“AUNQUE ESTÉ EN DIFÍCILES CONDICIONES,

NO ME DESCUIDO DE TU RECUERDO”

En el mismo hadith, Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dijo entre otras cosas, que Ramadán es el mes de la paciencia. Por lo tanto, aunque se sientan dificultades durante el ayuno, debemos mantenerlo, no debemos quejarnos como la gente que está acostumbrada a reclamar durante días calurosos. Si por casualidad alguien pierde el suhúr, comienza con los reclamos tempranamente. Igualmente, si se hace difícil rezar durante el taráwih, se debe mantener la paciencia. No debemos considerarlos como calamidades o pruebas, pues nos veríamos privados de sus bendiciones. Somos capaces de apartarnos de la comida, la bebida y otras cosas por los beneficios mundanos pero, ¿Qué importancia y posición pueden tener estas cosas en comparación con la Complacencia de Alláh?

Compasión por los desafortunados

El Profeta (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dijo que éste es un mes de amabilidad en que debemos mostrar compasión por los pobres. Si hemos preparado 10 cosas para el iftár, al menos 2 ó 4 de ellas deben ser para los pobres. Por lo tanto, de acuerdo con nuestra capacidad, una parte de nuestro iftár y del suhúr debemos compartirla con los pobres. De hecho, los pobres deberían recibir un trato preferente y si no, como mínimo, uno que sea igualitario.

Como en todos los aspectos de la vida, los sahábah (radialláhu 'anhum) fueron el más claro ejemplo de amor y compasión por los pobres y es nuestro deber el tratar de imitarlos, y sólo los más valientes pueden hacerlo. Los ejemplos son muchos, pero aquí citaremos sólo uno para darnos una impresión de lo que fueron los sahábah (radialláhu 'anhum) en relación con el sacrificio y el amor por los necesitados.

Escribo un incidente a modo de ejemplo, Abú Yahm (radialláhu 'anhu) narra que: "Durante la batalla de Yarmúk, fue a buscar a su primo, llevando una bolsa de agua para darle de beber y lavar sus heridas en caso de encontrarle vivo. Lo halló en medio de los heridos. Cuando le preguntó si deseaba beber un poco de agua, él dijo que sí. En ese momento, una persona que yacía cerca de él dio un quejido de lamento, por lo que el primo de Abú Yahm (radialláhu `anhu) le indicó a éste que le diera agua al otro primero. Cuando fue a él, vio que estaba muy necesitado de agua, pero, estando muy cerca de darle de beber, una tercera persona gimió y el segundo le indico a Abú Yahm (radialláhu `anhu) que llevara el agua a él primero. Cuando llego donde este tercero, antes de darle de beber, se dio cuenta de que había muerto ya. Entonces regresó al segundo y también había muerto, así que se fue hacia su primo y encontró que también había recibido el martirio".

Esta es la clase de compasión que había en el carácter de nuestros antecesores. Ellos preferían morir de sed a tener que beber antes que su hermano musulmán. ¡Que Alláh esté complacido de ellos y nos conceda la capacidad de seguir sus pasos! Ámin.

Rúhul Bayán cita del "Yám`i As-Sagir" del Imám Suyúti (rahmatulláhi `aleihi) y del "Magásid" del Imám Sajáwi (rahmatulláhi 'aleihi), la narración de Ibn 'Umar (radialláhu `anhuma) que dice: Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dijo: "En todos los tiempos habrán quinientos siervos escogidos entre los miembros de mi Ummah y cuarenta abdál (siervos piadosos y totalmente devotos de Alláh). Cuando alguno de ellos muera, será reemplazado inmediatamente por otro. Entonces los sahábah (radialláhu `anhum) le preguntaron: ¿Cuáles son las obras que los distinguen? Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) respondió: "Ellos pasan por alto las injusticias de los transgresores y muestran gentileza a quienes les tratan mal, y del sustento que Alláh Ta'álá les da, engendran benevolencia y bondad."

En otro hadith se narra que quien alimenta a un hambriento, viste al desnudo y da cobijo al viajero, Alláh Ta`álá le salvará de los tormentos del Día del Qiyámah.

Yahiá Barmaki (rahmatulláhi 'aleihi) solía dar al Imám Sufián Thauri (rahmatulláhi 'aleihi) mil dirhams cada mes, luego Sufián se prosternaba frente a Alláh Ta'álá diciendo: "¡Oh Alláh! Yahiá me ha dado suficiente para cubrir mis necesidades mundanas, por Tu Inmensa Misericordia, ve por sus necesidades en el Más Allá." Después de la muerte de Yahia, alguna gente lo vio en sus sueños y le preguntaron que le había ocurrido en la otra vida. Él respondía: "Por las súplicas de Sufián, Alláh Ta'álá me ha perdonado."

Luego, Rasúlulláh (sallalláhu.`aleihi wa sallam) menciona las virtudes de dar de comer a un ayunante en el momento de romper el ayuno. En un hadith se narra que para quien rompa el ayuno a través de sus ganancias lícitas, los ángeles tendrán misericordia de él durante las noches de Ramadán, y en la noche de "Lailatul Qadr", Yibril ('aleihis salám) le estrechará las manos. Los signos de ello, son que el corazón se vuelve muy blando y brotan lágrimas de los ojos.

Hammád Bin Salámah, un famoso muhaddith (experto en ahádith) solía alimentar a cincuenta personas pobres a la hora del iftár durante cada día de Ramadán (Rúhul Bayán).

Después de mencionar las virtudes del iftár, el Profeta (sallalláhu 'aleihi wa sallam) menciona que la primera parte de este mes es misericordia. Esto es, que los favores de Alláh son dirigidos y hechos descender para todos los musulmanes, y para aquellos que son agradecidos se incrementa la misericordia Dice el Corán: Si sois agradecidos, os daré aún más..." (Surah Ibráhim [14], áyah 7).

Durante el segundo tercio de Ramadán, el perdón desciende como recompensa por el ayuno realizado durante el primero.

El último tercio del mes, es de liberación del fuego del Infierno. Esto ha sido corroborado por numerosos ahádith.

Ramadán, como sabemos a partir de lo antes mencionado, está dividido en tres partes. En mi opinión personal, Ramadán ha sido dividido en tres partes, porque las personas normalmente se pueden dividir en tres clases. Primero, esta aquel tipo de personas que no tienen sobre sí, el peso de sus pecados y para ellos las bendiciones y beneficios de Ramadán descienden desde el comienzo del mes. Luego están, aquellas personas cuyos pecados no pesan demasiado, para ellos, el perdón llega durante el primer tercio de Ramadán. Finalmente, están los verdaderos pecadores, quienes reciben el perdón después de haber ayunado gran parte del mes. Quienes recibieron las bendiciones de Alláh Ta'álá desde el inicio de Ramadán son los más afortunados por la gran cantidad de misericordia que les ha llegado (Alláh Tá álá sabe más y Su Conocimiento es Completo).

Otro punto mencionado en los ahádith, es que los amos deben ser indulgentes hacia sus siervos en Ramadán porque, después de todo, ellos también se encuentran ayunando. El trabajo duro o excesivo, que no sea necesario, sería una pesada carga para ellos. Así ¿Por qué no debiera ser contratado un trabajador extra cuando hay demasiado trabajo? Por supuesto que esto se aplica sólo a aquellos siervos que ayunan, pues de otro modo no habría diferencia para ellos entre Ramadán y los demás meses.

Las palabras no pueden describir la posición de los opresores desvergonzados quienes no ayunan y fuerzan a sus trabajadores innecesariamente y si hay alguna demora debido a que están ayunando o haciendo su saláh, son maltratados por ello. Dice el Corán respecto de estas personas: "Ya sabrá el opresor donde está su morada (en Yahannam)."

Finalmente. Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) nos exhorta en este hadith a repetir constantemente cuatro cosas. Primero, recitar el Kálimah Tayyibah (Lá iláha illalláh), que en los ahádith es llamada "la forma más grande de dhikr". En "Mishkát", Abú Sa'id Al Judri (radialláhu 'anhu) narra que: "En cierta ocasión, el Profeta Músá ('aleihis salám) pidió a Alláh Ta'álá que le concediera un dhikr especial con el cual recordarle y también pedir de Él. Entonces Alláh Ta'álá le dijo que recitara la Kálimah. Músá ('aleihis salám) le dijo: "¡Oh Alláh! Estas palabras son recitadas por todos tus siervos, yo deseo uno especial". Alláh Tá álá le dijo: “¡Oh Músá! Si los siete cielos, la tierra y todos sus habitantes incluyendo los ángeles y exceptuándome a Mi, son colocados en un plato de la balanza y esta Kalimah en el otro plato, esta última pesaría más que todos ellos."

En otro hadith, se dice que: "Si alguno recita esta Kalimah sinceramente, las puertas del Yannah se abrirán inmediatamente para él y nada podrá detenerle hasta que alcance el trono de Alláh." La única condición es que, quien la pronuncie, no sea quien cometa pecados graves.

La sunnah de Alláh Ta'álá es que Él concede en abundancia todas las cosas de mayor necesidad. En todas partes del mundo vemos que los bienes más necesarios son los más abundantes. Por ejemplo el agua, es una necesidad básica que Alláh Ta'álá, con Su inmensa Misericordia, ha hecho muy común. Del mismo modo el Kalimah Tayyibah, es la más excelente forma de dhikr, y Alláh lo ha hecho accesible a los hombres, para que nadie quede privado de sus beneficios. Si de hecho, alguna persona está privada de sus bendiciones, se debe a su propia desgracia. Existen numerosos ahádith que nos hablan de las virtudes del Kalimah y que, por razones de espacio no mencionaremos aquí.

Lo otro que debemos repetir profusamente es el istigfár, implorar el perdón de Alláh. Entre los ahádith que nos hablan acerca de las virtudes del istigfár leemos: "Quienquiera que repite constantemente el istigfár, Alláh Ta'álá abrirá una salida para él de cualquier dificultad en que se encuentre y le aliviará de sus sufrimientos y recibirá su provisión de donde menos lo espera." En otro hadith, Rasúlulláh (sallalláhu 'aleihi wa sallam) dijo: "Cada hombre es un pecador, pero el mejor de los pecadores es aquel que se arrepiente y pide perdón." Luego vemos un hadith que dice: "Cuando un hombre comete un pecado, una mancha aparece en su corazón, pero cuando se arrepiente ésta se borrará, de lo contrario, permanecerá."

Finalmente Rasúlulláh (sallalláhu `aleihi wa sallam) nos ordenó que implorásemos asiduamente dos cosas de Alláh Ta'álá:

1. Entrar al Yannah.

2. Ser liberados por Él de Yahannam.

¡Quiera Alláh Ta'álá concedernos esta gran bendición! Ámin.