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El Libro del Jihad-54

 

I• La virtud del ÿihâd

 

1204. Abû Huraira relató que un hombre vino al Mensajero de Dios (B y P) y le dijo: ‘Indícame una buena obra que sea igual al ÿihâd en recom- pensa’. El Profeta (B y P) le dijo: «No encuentro tal obra». Luego agregó: «¿Puedes tú, mientras el muÿâhid (combatiente por la causa de Dios) está en campaña, entrar a la mezquita y rezar sin pa- rar, a la vez que ayunas sin nunca romper tu ayu- no?» El hombre dijo: ‘¿Pero quién podría hacer eso?’

 

II • El mejor entre toda la gente es aquel creyente muyâhid que se esfuerza al máximo en la causa de Dios con su vida y sus bienes

1205. Abû Sa‘îd Al-Judrî dijo: ‘Alguien pre- guntó: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿Quién es el mejor entre toda la gente?’ El Mensajero de Dios (B y P) respondió: «Un creyente que combate en la causa de Dios con su persona y sus bienes». Di- jeron: ‘¿Luego quien?’ Dijo: «Un creyente que ha- bita los senderos de montaña y deja a la gente a salvo de su maldad»’ .

1206. Abû Huraira dijo: ‘Escuché al Mensaje- ro de Dios (B y P) decir: «El caso de un muÿâhid por la causa de Dios, y Dios sabe más de quien combate en Su causa, es como el caso de alguien que ora y ayuna permanentemente. Dios le garan- tiza al combatiente por Su causa: Que lo hará en- trar al Paraíso si muere o que lo hará retornar a casa a salvo y con ganancias o botines»’.

 

III • Los grados de los combatientes en la causa de Dios

1207. Abû Huraira dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Quien cree en Dios y Su Mensaje- ro, practica el salat y ayuna en Ramadán, tiene un compromiso con Dios de que lo haga entrar en el Paraíso, aunque haya combatido por la causa de Dios o se haya quedado en su tierra natal». Le di- jeron: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿No debemos contar esa buena nueva a la gente?’ El Mensaje- ro de Dios (B y P) dijo: «En el Paraíso hay cien niveles que Dios preparó para los que combaten en la causa de Dios. Entre cada nivel hay un es- pacio como el que hay entre los cielos y la tierra. Así pues; cuando roguéis a Dios, pedidle el Fir- daws, pues está en el centro del Paraíso y es su parte más alta» y creo que añadió: «Encima de él está el trono del Clemente y de él brotan los ríos del Paraíso»’.

 

IV • La marcha por la mañana y por la tarde en la causa de Dios. El espacio de un arco para voso- tros en el paraíso

1208. Anas bin Mâlik relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «En verdad que una marcha por la mañana o por la tarde en la causa de Dios es mejor para vosotros que todo el mundo y lo que hay en él».

1209. Abû Huraira relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «El espacio equivalente a un arco en el Paraíso es mejor que todo lo está bajo el sol cuando amanece y anochece». Y dijo: «Una marcha por la mañana o por la tarde es mejor que todo lo que hay bajo el sol cuando amanece y cuando anochece».

 

V• Las huríes

1210. Anas bin Mâlik relató que el Profeta (B y P) dijo: «Si una mujer del Paraíso apareciese ante la gente de la tierra iluminaría el espacio en- tre el cielo y la tierra y lo llenaría de una agradable fragancia. El velo que cubre su cabeza es mejor que el mundo entero y todo lo que contiene».

 

VI • Quien es herido o apuñalado por la causa de Dios

1211. Anas bin Mâlik también dijo: ‘El Profe- ta (B y P) envió setenta hombres de la tribu Banu Sulaym a la tribu Banu ‘Amir. Cuando el destaca- mento llegó, mi tío materno les dijo: ‘Yo me ade- lantaré a vosotros; si me garantizan seguridad les comunicaré sobre el Mensajero de Dios (B y P), si no es así; vosotros estaréis cerca de mí’. Se adelan- tó al grupo y los Banu ‘Amir le dieron seguridad. Sin embargo, mientras él les comunicaba el men- saje del Profeta (B y P), ellos hicieron una señal a un hombre de ellos que se abalanzó y le clavó su lanza matándolo. Mientras moría mi tío dijo: ‘¡Dios es el más grande! ¡He tenido éxito! ¡Por el Señor de la Ka‘ba!’ Luego se lanzaron sobre el res- to de sus compañeros y los mataron a todos ex- cepto a un hombre cojo que huyó subiendo a una montaña’. Anas agregó: ‘Ÿibrîl anunció al Profeta (B y P) que ellos habían encontrado a su Señor; que Él estaba complacido con ellos y que ellos es- taban complacidos de Él. Solíamos recitar: Infor- mad a nuestra gente que encontramos a nuestro Señor; que Él está complacido con nosotros y no- sotros estamos complacidos con Él; luego se abro- gó esta aleya. El Profeta (B y P) invocó a Dios por cuarenta días contra los asesinos; contra los Ra‘l, contra los Dhakwán, contra Banu Lihyán y con- tra ‘Usaiyya, los que desobedecieron a Dios y a Su Mensajero (B y P)’.

1212. Yundab bin Sufyân relató que el Mensa- jero de Dios (B y P) estaba en una de las batallas y que fue herido en su dedo y sangró. El Profeta (B y P) dijo: «¿No eres tú sino un dedo que san- gra? Todo lo que recibes es en la causa de Dios».

 

VII • Quien es herido en la causa de Dios

1213. Abû Huraira relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «¡Por Aquél que tiene mi alma en Su mano! Ninguno de vosotros es herido en la causa de Dios, y Dios sabe más quien es herido en Su causa, sin que llegue el Día de la Resurrección con su herida teniendo el color de la sangre pero con el olor del almizcle».

 

VIII • Las palabras de Dios: Hubo creyentes que se mantuvieron fie- les a la alianza concertada con Dios. Algunos de ellos dieron ya su vida. Otros esperan aún, sin mudar su actitud (33:23)

1214. Anas bin Mâlik relató: ‘Mi tío paterno Anas bin Al-Nadr estuvo ausente de la batalla de Badr. Dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Yo estuve ausente de la primera batalla que sostuviste con- tra los politeístas. Si Dios me hace participar de una batalla contra los politeístas ya verá Dios lo que yo hago’. Cuando llegó el día de la batalla de Uhud y los musulmanes se desbandaron, mi tio dijo: ‘¡Dios! Te pido perdón por lo que estos ha- cen –refiriéndose a sus compañeros– y denuncio ante Ti lo que estos hacen –refiriéndose a los in- crédulos–’. Luego se adelantó; encontró a Sa‘d bin Mu‘âdh y le dijo: ‘¡Sa‘d bin Mu‘âdh! ¡Por el Señor de Al-Nadr! ¡El Paraíso! ¡Siento su aroma vinien- do frente a la montaña de Uhud!’ Sa‘d diría lue- go: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¡No pude hacer lo que él hizo!» Anas agregó: ‘Encontramos en su cuerpo ochenta y tantas heridas de golpes de es- pada, lanzas o flechas. Encontramos que su cadá- ver fue mutilado por los politeístas y nadie pudo reconocerlo excepto su hermana que lo reconoció por sus dedos. Solíamos pensar que la siguiente aleya fue revelada en referencia a él y a sus seme- jantes: Hubo creyentes que se mantuvieron fie- les a la alianza concertada con Dios. Algunos de ellos dieron ya su vida. Otros esperan aún, sin mudar su actitud (33:23)’.

Anas agregó: ‘Su hermana, la que se llama Al- Rubayya’, rompió un diente incisivo a otra mujer y el Mensajero de Dios (B y P) ordenó que se le aplique la Ley del Talión (y se le rompa a ella un diente). Sin embargo Anas (bin Al-Nadr) dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¡Por el que te envió con la verdad! ¡No se le romperá ningún dien- te a mi hermana!’ Y los familiares de la víctima aceptaron entonces una indemnización, dejando el Talión. Entonces, el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Hay algunas persona que cuando juran por Dios Él mismo cumple sus juramentos»’.

1215. Zayd bin Zâbit dijo: ‘Cuando compilé el Corán de varios manuscritos extrañé una aleya de la sura «Al-Ahzáb», la cual oí al Mensajero de Dios (B y P) recitar. No la encontré sino con Huzayma Al-Ansári, cuyo testimonio dijo el Mensajero de Dios (B y P) que valía por el de dos hombres. Esta aleya es: Hubo creyentes que se mantuvieron fie- les a la alianza concertada con Dios. Algunos de ellos dieron ya su vida. Otros esperan aún, sin mudar su actitud (33:23)’.

 

IX • Las buenas obras antes del combate

1216. Al-Barâ’ dijo: ‘Se presentó ante el Pro- feta (B y P) un hombre cubierto con su armadu- ra de hierro y dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿Combato primero y después me islamizo?’ El Profeta (B y P) le dijo: «Islamízate primero y des- pués combates». Y el hombre se islamizó; luego combatió y fue muerto en combate. El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Hizo pocas obras pero ten- drá una abundante recompensa»’.

 

X• Quien es alcanzado por una flecha lanzada por alguien no identificado y muere

1217. Anas bin Mâlik relató que Umm Al- Rubayya’ bint Al-Barâ’, madre de Hâriza bin Su- ráqa, fue ante el Profeta (B y P) y le dijo: ‘¡Pro- feta de Dios! Háblame sobre Hâriza –pues había muerto el día de Badr, alcanzado por una flecha de alguien desconocido–. Si está en el Paraíso ten- dré paciencia; si no es así, me esforzaré llorando por él’. El Profeta (B y P) dijo: «¡Madre de Hâri- za! En el Paraíso hay muchos jardines y tu hijo ha alcanzado Al-Firdaws Al-A‘la (el mejor lugar del Paraíso)».

 

XI • Quien combate para que la palabra de Dios prevalezca

1218. Abû Mûsâ dijo: ‘Un hombre llegó ante el Profeta (B y P) y dijo: ‘Un hombre combate por el botín, otro hombre combate por la fama y otro combate por exhibirse; ¿Cuál de ellos combate por la causa de Dios?’ El Profeta (B y P) dijo: «Quien combate para que la palabra de Dios prevalezca está combatiendo por la causa de Dios»’.

 

XII • El baño después de la guerra y el combate

1219. ‘Âisha relató que, cuando el Mensajero de Dios (B y P) volvió de la Batalla del Foso y dejó sus armas para tomar un baño, llegó a él Ÿibrîl con la cabeza cubierta de polvo y le dijo: ‘¿Ya de- jaste las armas? ¡Por Dios! Yo aún no las dejo’. El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «¿Dónde vamos pues?» Ÿibrîl le dijo: ‘Allí’ y le señaló a los Banu Quraydha. ‘Âisha agregó: ‘Y el Mensajero de Dios (B y P) salió a combatir a los Banu Quraydha’.

 

 

XIII • ¿Y qué del incrédulo que mata a un musulmán y luego se islami- za, hace buenas obras y es muer- to en la causa de Dios?

1220. Abû Huraira relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Dios ríe por dos hombres que, matando uno al otro, entran ambos en el Paraíso: El primero lucha por la causa de Dios y es muerto (por el otro); luego Dios perdona al que lo mató y le hace morir como mártir».

1221. Abû Huraira también dijo: ‘Yo me pre- senté ante el Mensajero de Dios (B y P) cuando estaba aún en Jaybar, después de conquistarla. Le dije: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Dame una par- te (del botín)’. Uno de los hijos de Sa‘îd bin Al- ‘As dijo: ‘No le des nada Mensajero de Dios’. Abû Huraira dijo: ‘¡Este es el que mató a Ibn Qawqal!’ El hijo de Sa‘îd bin Al-‘As dijo: ‘Es sorprenden- te como un tejón que ha bajado a nosotros del monte Qadûm (un pastizal de ovejas) me culpa de matar a un musulmán, al cual Dios honró por mi mano (al matarlo) y no permitió que yo caiga en desgracia (al no morir como incrédulo) por la de él’.

 

XIV • Quien prefiere el combate al ayuno

1222. Anas bin Mâlik dijo: ‘Abû Talha no solía ayunar en la época del Profeta (B y P) por causa del combate (en la causa de Dios). Cuando el Pro- feta (B y P) falleció no dejaba de ayunar, excepto en el día de ‘îd ul-Fitr o ‘îd ul-Adha’.

 

XV • Los siete mártires fuera de los que mueren combatiendo

1223. Anas bin Mâlik también relató que el Profeta (B y P) dijo: «La peste es martirio para cada musulmán (que muere por ella)».

 

XVI • Las palabras de Dios: los creyentes que se quedan en casa sin estar impedidos no son iguales que los que combaten por la causa de Dios con su hacienda y sus personas. Los ha puesto a los que combaten por su causa con su hacienda y sus personas un grado por encima de los que se quedan en casa. A todos, sin embargo, Dios ha prometido lo mejor, pero Dios ha distinguido a los combatientes por encima de los que se quedan en casa con una magnífica recompensa; con el rango que junto a él ocupan, con perdón y misericordia. Dios es indulgente y misericordioso (4:95-96)

1224. Zayd bin Zâbit dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) me estaba dictando: Los creyentes que se quedan en casa no son iguales que los que combaten por la causa de Dios con su hacienda y sus personas. Los ha puesto a los que combaten por su causa con su hacienda y sus personas un grado por encima de los que se quedan en casa. A todos, sin embargo, Dios ha prometido lo me- jor, pero Dios ha distinguido a los combatientes por encima de los que se quedan en casa con una magnífica recompensa; con el rango que jun- to a él ocupan, con perdón y misericordia. Dios es indulgente y misericordioso (4:95). Ibn Umm Maktûm llegó cuando me la estaba dictando y dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Si yo pudiese combatir combatiría’, él era un hombre ciego. En- tonces Dios reveló algo a Su Profeta (B y P) mien- tras su muslo estaba apoyado en el mío; sentí que pesaba tanto que temí que se rompa mi pierna. Cuando pasó ese estado Dios había revelado: Sin estar impedidos’.

 

XVII • Exhortando a la gente al combate

1225. Anas bin Mâlik relató: ‘El Mensajero de Dios (B y P) fue hasta el foso y vio a los muhâÿirûn y los ansâríes cavando en una mañana muy fría, pues no tenían esclavos que hagan ese trabajo por ellos. Cuando sintió su fatiga y su hambre dijo: «¡Oh Dios! La verdadera vida es la Otra Vida. Perdona, pues, a los ansâríes y a los muhâÿirûn» y ellos le respondieron: ‘Nosotros somos los que juramos fidelidad a Muhammad; que combatiría- mos mientras estemos vivos».

 

XVIII • Cavando el foso

1226. Anas bin Mâlik también relató, en otra versión, que ellos decían: ‘Nosotros somos los que juramos fidelidad a Muhammad; que combatiría- mos mientras estemos vivos’. Y el Profeta (B y P) les respondía diciendo: «¡Oh Dios! El verdade- ro bien está en la Otra Vida. Bendice, pues, a los ansâríes y a los muhâÿirûn».

1227. Al-Barâ’ dijo: ‘Vi al Mensajero de Dios (B y P) cargando tierra el día de la batalla de Al- Ahzáb; la tierra cubría la blancura de su abdomen. Decía: «Si no fuera por Ti no estaríamos bien guiados, ni daríamos limosna, ni rezaría- mos. Bendícenos, pues, con la tranquilidad y afir- ma nuestros pies cuando enfrentemos al enemi- go. En verdad que estos se han rebelado contra nosotros; pero si quieren causar atribulación nos negaremos»’.

 

XIX • Quien ha sido impedido de combatir con una excusa válida

1228. Anas bin Mâlik relató que el Profe- ta (B y P) estaba en una campaña militar y dijo: «Hay gente en Medina, detrás nuestro, que nos acompañan cuando cruzamos un sendero de montaña o un valle. Han sido retenidos por un impedimento».

 

XX • La virtud del ayuno por la causa de Dios

1229. Abû Sa‘îd dijo: ‘Oí al Mensajero de Dios (B y P) decir: «Quien ayuna un día por la causa de Dios, Dios retirará su rostro del Fuego por la distancia de un viaje de setenta años»’.

 

XXI • La virtud de quien provee a un guerrero o se queda a velar por sus intereses

1230. Zayd bin Jâlid relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Quien aprovisiona a un com- batiente en la causa de Dios ha combatido. Quien se queda a velar por la familia de un combatiente en la causa de Dios ha combatido».

1231. Anas bin Mâlik dijo: ‘El Profeta (B y P) no entraba en ninguna casa excepto a la de Umm Sulaym y las de sus esposas. Cuando se le men- cionó aquello dijo: «Yo le tengo misericordia pues su hermano fue muerto mientras estaba conmi- go»’.

 

XXII • Aplicarse hanût (esencia para embalsamar muertos) en el combate

1232. Anas bin Mâlik también relató que, cuando fue donde Zâbit bin Qays en el día de la batalla de Al-Yamáma, lo encontró con las ropas levantadas hasta arriba de los muslos y aplicán- dose en el cuerpo hanút. Anas dijo: ‘¡Tío! ¿Qué te retiene?’ Zâbit dijo: ‘Ahora voy sobrino’ y siguió aplicándose el hanút. Luego llegó y se situó en las filas. Anas mencionó luego la huida de la gen- te; ante esa situación, Zâbit dijo: ‘¡Abridme paso para que pueda combatir al enemigo! Nunca ha- bríamos hecho esto en compañía del Mensajero de Dios (B y P). ¡Qué malos hábitos habéis adqui- rido de vuestros enemigos!’

 

XXIII • La virtud de los exploradores de avanzada

1233. Ÿâbir dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo: «¿Quién me consigue datos sobre el enemigo?», en el día de Al-Ahzáb. Al-Zubayr dijo: ‘Yo’. Luego repitió: «¿Quién me consigue datos sobre el ene- migo?» Al-Zubayr dijo: ‘Yo’ y el Profeta (B y P) dijo: «Todo profeta tiene discípulos y mi discípu- lo es Al-Zubayr»’.

 

XXIV • El ÿihâd se lleva a cabo sin im- portar si el que llama a él es piadoso o corrupto

1234. ‘Urwa Al-Báriqi relató que el Profeta (B y P) dijo: «El bien está atado a las frentes de los corceles (para el ÿihâd) hasta el Día de la Resu- rrección, pues ellos traen una recompensa (en la Otra Vida) o un botín (en esta)».

1235. Anas bin Mâlik dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «La bendición de Dios está en las frentes de los corceles (del ÿihâd)»’.

 

XXV • Quien destina un corcel (exclu- sivamente al ÿihâd) por las pa- labras de Dios: toda la caballe- ría que podáis... (8:60)

1236. Abû Huraira dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo: «Quien dedica un corcel exclusivamente para la causa de Dios, con fe en Dios y creyendo en Su promesa, pues será recompensado por todo lo que el corcel come y bebe, y por su orina y ex- crementos, en el Día de la Resurrección»’.

 

XXVI • El nombre del caballo y el asno

1237. Sahl bin Sa‘d dijo: ‘El Profeta (B y P) te- nía un caballo en nuestro cercado; le decían Al- Luhayf ’. Otros dijeron que se llamaba Al-Lujayf.

1238. Mu‘âdh dijo: ‘Compartía (durante un viaje) con el Profeta (B y P) un asno llamado ‘Ufa- yr. El Profeta (B y P) me dijo: «¡Mu‘âdh! ¿Sabes cuál es el derecho de Dios sobre Sus siervos?»’ y luego relató el hadiz que ya mencionamos (ver Nro. 105).

1239. Anas bin Mâlik dijo: ‘Una conmoción azotó a Medina; entonces el Profeta (B y P) tomó prestado un caballo nuestro al que llamamos Mandûb (y fue a investigar). Al volver dijo: «No encontré motivo de temor; más bien encontré que el caballo es muy rápido»’.

 

XXVII • Lo que se dice sobre un caballo siniestro

1240. ‘Abdullah bin ‘Umar dijo: ‘Oí al Mensa- jero de Dios (B y P) decir: «Los halos siniestros

están en tres cosas: El caballo, las mujeres y las casas»’ .

 

XXVIII • Las partes que corresponden al caballo (del botín)

1241. ‘Abdullah bin ‘Umar también relató que el Mensajero de Dios (B y P) destinó dos partes (del botín de guerra) para el (cuidado del) caballo y una parte para el jinete.

1242. Al-Barâ’ bin ‘Âzib relató que un hombre le dijo: ‘¿Huisteis abandonando al Mensajero de Dios (B y P) el día de la batalla de Hunayn?’ Y él respondió: ‘Pero el Mensajero de Dios (B y P) no huyó. La gente de Hawâzin eran buenos arqueros; pero cuando los enfrentamos y los atacamos ellos huyeron. Cuando los musulmanes empezaron a recoger el botín de guerra y los incrédulos nos re- cibieron a flechazos, el Mensajero de Dios (B y P) no huyó. Sin duda, lo vi sobre su mula blanca y Abû Sufyân le sostenía las riendas. El Profeta (B y P) decía: «Yo soy el Profeta (B y P), sin men- tira, yo soy descendiente de ‘Abdul Muttalib»’.

 

XXIX • La camella del Profeta (B y P)

1243. Anas bin Mâlik relató: ‘El Profeta (B y P) tenía una camella llamada Al-‘Adbá’ que era insu- perable en la carrera. Una vez vino un beduino montando un camello de menos de seis años y lo- gró vencerla en una carrera. Eso fue motivo de pesar para los musulmanes hasta que el Profeta (ByP) lo supo y dijo: «La ley de Dios es que él hace bajar a todo aquél que se eleva en la vida te- rrenal»’.

 

XXX • Las mujeres cargando odres con agua para la gente durante las batallas

1244. (Za‘laba bin Abi Mâlik relató:) ‘Umar distribuyó algunos vestidos entre las mujeres de Medina. Cuando quedó un solo vestido muy fino, uno de los presentes dijo: ‘¡Emir de los creyentes! Dale este vestido a la hija del Mensajero de Dios (B y P) que está contigo’ refiriéndose a Umm Kul- zûm, la hija de ‘Alî. ‘Umar dijo: ‘Umm Salít tiene más derecho a él. Umm Salít es una de las mujeres ansâríes que juró fidelidad al Mensajero de Dios (B y P) ‘; y agregó: ‘Ella nos traía agua en los odres el día de Uhud’.

 

XXXI • Las mujeres tratando a los he- ridos en las batallas

1245. Al-Rubayyi’ bint Mu‘awwidh relató: ‘Solíamos participar en las batallas del Profeta (B y P): Repartíamos agua, les atendíamos y lle- vábamos a los heridos y los muertos a Medina’.

 

XXXII • La vigilancia en las batallas y en la causa de Dios

1246. ‘Âisha dijo: ‘El Profeta (B y P) había es- tado en vigilia como centinela; cuando llegaron a Medina dijo: «Me gustaría que un hombre pia- doso de mis sahabas me guarde esta noche». De pronto oímos el ruido de las armas; el Profeta (B y P) dijo: «¿Quién es este hombre?» El hom- bre dijo: ‘Soy Sa‘d bin Abi Waqqâs que he venido a guardar tu persona’. Es así que el Profeta (B y P) durmió esa noche’.

1247. Abû Huraira relató que el Profeta (B y P) dijo: «¡Que perezca el esclavo del dinar, el esclavo del dirham y el esclavo del lujo! Si se les da están contentos y si no se les da se enfurecen. ¡Qué pe- rezca y que caiga nuevamente! Y si se le clava una espina que no encuentre quien se la quite. Tuba (lo mejor de todo) sea para aquél que sujeta las riendas de su corcel por la causa de Dios; con su pelo enmarañado y sus pies llenos de polvo: Si se lo designa a la vanguardia está satisfecho con su puesto; y si se lo designa a la retaguardia acepta su puesto. (Es tan humilde y simple que) si pide per- miso no se le concede y si intercede por alguien no se acepta su intercesión» .

 

XXXIII • El servicio durante el combate

1248. Anas bin Mâlik dijo: ‘Salí con el Men- sajero de Dios (B y P) hacia Jaybar (en campaña militar) para servirle. Cuando retornaba el Profeta (B y P) y se le hizo visible Uhud dijo: «Esta montaña nos quiere y la queremos»’.

1249. Anas bin Mâlik relató: ‘Estabamos con el Profeta (B y P) (en un viaje). La única sombra de la que disponíamos era la de nuestra propia vestimenta. Los que habían ayunado no pudieron hacer nada. En cambio los que no habían ayuna- do arreaban los camellos y trajeron en ellos agua y trataron a los dolientes. El Profeta (B y P) dijo: «Los que no ayunaron se llevaron toda la recom- pensa hoy»’ .

 

XXXIV • La superioridad de un día de Ribát por la causa de Dios

1250. Sahl bin Sa‘d Al-Sâ‘di relató que el Men- sajero de Dios (B y P) dijo: «Un día de Ribât en la causa de Dios vale más que el mundo y todo lo que hay en él; y el espacio que pueda ocupar uno de vuestros látigos en el Paraíso es mejor que el mundo y todo lo que hay en él. Una marcha, de mañana o de tarde, que hace un siervo por la cau- sa de Dios es mejor que el mundo y todo lo que hay en él».

 

XXXV • Quien procura la ayuda de los pobres y de los piadosos en la guerra

1251. Sa‘d bin Abi Waqqâs dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «No recibís victoria ni sus- tento alguno sino por vuestros pobres»’.

1252. Abû Sa‘îd relató que el Profeta (B y P) dijo: «Vendrá un tiempo en que mucha gente irá al ÿihâd y se les preguntará: ‘¿Hay entre vosotros alguien que haya sido sahaba del Profeta (B y P)?’ Alguien responderá: ‘Sí’ y entonces se les dará la victoria con él. Luego vendrá un tiempo en que se pregunte (a los muÿáhidún): ‘¿Hay entre vo- sotros algún discípulo de los sahabas del Profeta (B y P)?’ y alguien responderá: ‘Sí’ y se les dará la victoria. Luego vendrá un tiempo en que se pre- gunte (a los muÿáhidún): ‘¿Hay entre vosotros al- gún discípulo de un discípulo de los sahabas del Profeta (B y P)?’ y alguien responderá: ‘Sí’ y se les dará la victoria» .

 

XXXVI • La exhortación al lanzamiento de flechas

1253. Abû Usayd dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) dijo el día de Badr, cuando nos formába- mos para enfrentar a los qurayshíes y ellos se for- maban frente a nosotros: «Cuando se acerquen a vosotros debéis lanzarles flechas»’.

 

XXXVII • El escudo y quien se protege con el escudo de su compañero

1254. ‘Umar relató: ‘Las propiedades de Banu Al-Nadîr que fueron transferidas por Dios a Su Mensajero (B y P) como botín (fay’) no fueron ganadas por los musulmanes con uso de sus ca- ballos y sus camellos (por la fuerza). Entonces, las propiedades pertenecían al Mensajero de Dios (B y P) exclusivamente y él solía dar de allí a su fa- milia para sus gastos anuales y solía gastar el resto en armas y caballos para ser usados en la causa de Dios’.

1255. ‘Alî relató: ‘Nunca vi al Mensajero de Dios (B y P) decir: ‘Que mis padres sean tu resca- te’ después de decírselo a Sa‘d (bin Mâlik), pues le dijo: «¡Lanza! ¡Que mis padres sean tu rescate!»’.

 

XXXVIII • Lo que se dice sobre el ornamento de las espadas

1256. Abû Umâma relató que: Unas gentes conquistaron muchas tierras y sus espadas no es- taban adornadas con oro ni con plata sino con cuero, plomo y hierro.

 

XXXIX • Lo que se dice sobre la armadura del Profeta (B y P) y la cota de malla durante la batalla

1257. ‘Abdullah bin ‘Abbâs dijo: ‘El Profe- ta (B y P) dijo, mientras estaba en una tienda de campaña: «¡Oh Dios! Te ruego por Tu Alianza y Tu promesa. ¡Oh Dios! Si es Tu voluntad nadie más te adorará después de hoy». Entonces Abû Bakr lo tomó por su mano y le dijo: ‘Es suficiente Mensajero de Dios (B y P); has rogado a tu Señor con mucha insistencia’. En ese momento el Profe- ta (B y P) estaba con su armadura y salió dicién- dome: «Todos serán derrotados y huirán. Pero la Hora (del Juicio) es el tiempo que se les fijó y la Hora es cruenta y amarguísima (54:45-46)»’. En otra versión aclara que era el día de Badr.

 

XL • Vistiendo seda durante la guerra

1258. Anas bin Mâlik relató: ‘El Profeta (B y P) permitió a ‘Abdu Rahmân bin ‘Awf y a Al-Zubayr que usen camisas de seda, pues padecían una en- fermedad que les causaba comezón’.

1259. En otra versión (Anas bin Mâlik) rela- ta que ambos se quejaron con el Profeta (B y P) –refiriéndose a los piojos– y él les permitió vestir seda.

 

XLI • Lo que se dice sobre combatir a los bizantinos (al-rûm)

1260. Umm Harâm relató que oyó al Mensa- jero de Dios (B y P) decir: «El Paraíso está garan- tizado para el primer ejército de mi nación que emprenda una expedición naval». Umm Harâm agregó: ‘Pregunté: ‘¿Estaré con ellos Mensajero de Dios (B y P)?’ Y él dijo: «Si, estarás con ellos». Luego dijo: «El primer ejército de mi nación que ataque la ciudad del César (Qaysar) tendrá sus pecados perdonados». Yo pregunté: ‘¿Estaré con ellos Mensajero de Dios (B y P)?’ Dijo: «No»’.

 

XLII • Combatir a los judíos

1261. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que el Men- sajero de Dios (B y P) dijo: «Combatiréis a los ju- díos hasta que uno de ellos se esconda detrás de una piedra y ésta diga: ‘¡Siervo de Dios! Detrás mío hay un judío, mátalo’». Y mencionó el resto del hadiz.

 

XLIII • Combatir a los turcos

1262. Abû Huraira relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «No llegará la Hora hasta que combatáis a los turcos: De ojos pequeños, de ca- ras rojas y narices planas. Sus caras parecerán es- cudos cubiertos de cuero. Y la Hora no llegará hasta que combatáis a un pueblo cuyo calzado es de pelos (cabellos)»

 

XLIV • Rogar a Dios que haga caer la derrota sobre los idólatras y los haga temer

1263. ‘Abdullah bin Abi ‘Awfa dijo: ‘El Men- sajero de Dios (B y P) rogó a Dios contra los idó- latras en la batalla de Al-Ahzâb; dijo: «¡Oh Dios! Revelador del Libro y Rápido para tomar cuentas. ¡Oh Dios! ¡Derrota a los aliados! ¡Oh Dios! ¡De- rrótalos y sacúdelos!»’

1264. ‘Âisha relató que los judíos entraron a ver al Profeta (B y P) y le dijeron: ‘Al-sâm ‘alayk (que te mate el veneno)’. Ella los maldijo y el Pro- feta (B y P) le dijo: «¿Qué tienes?» ‘Âisha agregó: ‘Dije: ‘¿No oíste lo que dijeron?’ Y él dijo: «¿Y no oíste tú lo que yo les respondí: ‘Para vosotros tam- bién’?»’

 

XLV • Rogar que Dios guíe a los idólatras con el fin de atraerlos hacia el Islam

1265. Abû Huraira dijo: ‘Tufayl bin ‘Amrû Al-Dawsî y su gente llegaron a Medina y fueron ante el Profeta (B y P) para decirle: ‘¡Mensajero de Dios! La tribu Daws fue desobediente y se ha ne- gado a islamizarse. ¡Invoca a Dios contra ellos!’ Alguien dijo: ‘¡Que perezca Daws!’ El Profeta (B y P) dijo: «¡Oh Dios! ¡Guía a Daws y hazlos venir al Islam!»’

 

XLVI • La invitación del Profeta (B y P) hacia el Islam y a creer en su profecía y a no tomarse unos a otros como deidades en vez de Dios

1266. Sahl bin Sa‘d relató que oyó al Profeta (B y P) decir (en la víspera de) el día de (la con- quista de) Jaybar: «Daré el estandarte a un hombre con cuya mano Dios nos dará la conquista». Así pues; todos se levantaron (de su sueño) de- seando ese honor de recibir el estandarte y par- tieron deseando tal honor. El Profeta (B y P) dijo: «¿Dónde está ‘Alî?» Le dijeron: ‘Está con una en- fermedad en los ojos’. El Profeta (B y P) lo mandó llamar; hizo una plegaria por él y escupió en sus ojos. ‘Alî sanó y quedó como si no hubiese tenido nada. ‘Alî dijo: ‘¿Los combatiremos (a los incré- dulos) hasta que sean como nosotros (musulma- nes)?’ El Profeta (B y P) respondió: «Con calma; hasta que estemos frente a ellos; luego, los invitas al Islam y les informas lo que deben hacer. ¡Por Dios! ¡Que un hombre reciba la guía de tu mano es mejor para ti que los camellos rojos !»

 

XLVII • Quien desea realizar una cam- paña pero demuestra otra cosa y quien desea salir de viaje el día jueves

1267. Ka‘b bin Mâlik dijo: ‘Muy rara vez el Mensajero de Dios (B y P), cuando salía de viaje, salía en un día que no sea jueves’.

 

XLVIII • La despedida

1268. Abû Huraira dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) nos envió en una expedición y nos dijo: «Si encontráis a fulano y fulano –y nombró a dos hombres de Quraysh– quemadlos con fuego». Luego fuimos a despedirnos de él, cuando quisi- mos partir, nos dijo: «Yo os había ordenado que queméis a fulano y fulano con fuego y solamente Dios castiga con el fuego, así que; si los capturáis, matadlos (de otra forma)»’.

 

XLIX • Escuchar y obedecer al imâm

1269. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que el Pro- feta (B y P) dijo: «Escuchar y obedecer es un de- ber, excepto que se os ordene una desobediencia a Dios, pues, cuando se ordena la desobediencia a Dios, no hay que escuchar ni obedecer».

 

L• El imâm debe ser defendido (por los musulmanes) y debe ser to- mado como una protección

1270. Abû Huraira oyó al Mensajero de Dios (B y P) decir: «Somos los últimos pero seremos los primeros (entrando al Paraíso)» y: «Quien me obedece obedece a Dios y quien me desobedece desobedece a Dios. Quien obedece a su líder me está obedeciendo y quien desobedece a su líder me está desobedeciendo. El Imâm es una protec- ción en cuya defensa se debe luchar y se debe bus- car protección en él. Si el líder prescribe el temor a Dios y la justicia tendrá una recompensa por ello; y si dice lo contrario será responsable por ello».

 

LI • La bai‘a durante la guerra con el compromiso de no desertar

1271. ‘Abdullah bin ‘Umar relató: ‘Cuando volvimos al año siguiente (a Al-Hudaybia) ni si- quiera dos de nosotros concordaron sobre cuál fue el árbol bajo el que hicimos la bay‘a (el jura- mento de Al-Hudaybia) y eso fue una misericor- dia de Dios (pues la habrían tomado como san- tuario)’. Se le preguntó: ‘¿Y qué juraron? ¿Juraron morir (por la causa de Dios)?’ Dijo: ‘No, juramos tener paciencia’.

1272. ‘Abdullah bin Zayd relató que: En el tiempo de (la batalla de) Al-Harra, alguien vino y le dijo: ‘Ibn Handhala toma la bay‘a de la gente a morir’ y él dijo: ‘Nunca juraré fidelidad a muer- te a nadie más después del Mensajero de Dios (B y P)’.

1273. Salama bin Al-Akwa’ dijo: ‘Juré fidelidad al Mensajero de Dios (B y P) y luego me puse bajo la sombra del árbol (en Al-Hudaybia). Cuando disminuyó el gentío, el Mensajero de Dios (B y P) me dijo: «¡Ibn Al-Akwa’! ¿No pronunciarás tu ju- ramento?» Dije: ‘Pues ya pronuncié el juramen- to Mensajero de Dios (B y P)’. Él dijo: «Hazlo una vez más»’. Se le preguntó: ‘¿Qué juraron ese día?’ Dijo: ‘Juramos fidelidad a muerte’.

1274. Maÿâshi’ dijo: ‘Yo y mi hermano nos presentamos ante el Profeta (B y P) y yo le dije: ‘Te juramos fidelidad comprometiéndonos a emigrar (A Medina)’. El dijo: «La emigración y su gente ya pasó». Yo le dije: ‘¿Sobre qué te juramos fideli- dad?’ Dijo: «Sobre el Islam y el ÿihâd»’.

 

LII • El imâm ordena a la gente solo lo que pueden hacer

1275. Ibn Mas‘ûd dijo: ‘Hoy vino a mí un hombre y me preguntó algo que no supe respon- der. Me dijo: ‘Un hombre pudiente, activo y bien equipado sale de campaña con nuestros emires y nos ordena hacer cosas que no podemos: ¿Qué opinas?’ Yo le dije: ¡Por Dios! No sé qué decirte, excepto que el Profeta (B y P), cuando nos orde- naba hacer algo, no nos ordenaba nada más hasta que lo terminábamos. Seguiréis bien mientras te- máis a Dios. Si alguien duda si algo es permitido por Dios debe preguntar a un hombre que le pue- da responder satisfactoriamente, pero ya vendrá un tiempo en que no encontraréis a tal gente. ¡Por aquel que es el único Dios! Cada vez que pienso en lo que queda de esta vida mundanal, me ima- gino un estanque de agua del cual se ha bebido toda el agua pura y solo queda el fondo lodoso.’

 

LIII • Cuando el Profeta no empezaba a combatir temprano en la ma- ñana retrasaba el combate has- ta que el sol empiece a declinar

1276. ‘Abdullah bin Abi ‘Awfa relató que el Mensajero de Dios (B y P), en una de sus bata- llas, esperó hasta que el sol empiece a declinar y dijo a la gente: «¡Oh gentes! No deseéis enfrentar al enemigo; pero pedid a Dios que os libre de las desgracias. Si os enfrentáis al enemigo tened pa- ciencia; y sabed que el Paraíso está a la sombra de las espadas». Luego dijo: «¡Oh Dios! ¡Revelador del Libro! ¡El que mueve las nubes! ¡El que derro- tó a los aliados! ¡Derrótalos (a los incrédulos) y danos la victoria!»

 

LIV • El asalariado

1277. Ya‘la bin Umayya dijo: ‘Contraté a al- guien que luego disputó con un hombre. El hom- bre le mordió la mano y cuando él la quitaba le arrancó un diente incisivo al otro. El hombre que

perdió el diente vino ante el Profeta (B y P) y de- mandó al otro. El Profeta (B y P) le dijo: «¿Acaso quieres que te dé su mano para que se la muerdas como el camello macho muerde?»’

 

LV • Lo que se menciona sobre el estandarte del Profeta (B y P)

1278. (Nâfi’ bin Ÿubayr dijo que) ‘Abdullah bin ‘Abbâs dijo a Al-Zubayr: ‘El Profeta (B y P) te ordenó que claves el estandarte aquí’.

 

LVI • Las palabras del Profeta: «se me dio la victoria por el terror a un mes de distancia»

1279. Abû Huraira relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Fui enviado con cortas fra- ses de gran significado. Se me dio la victoria por el terror (que afecta los corazones del enemigo). Mientras yo dormía se me presentaron las llaves de los tesoros del mundo y se me entregaron en la mano». Abû Huraira agregó: ‘El Profeta (B y P) ya se fue y vosotros sois quienes os beneficiáis de tales riquezas’.

 

LVII • Llevando provisiones en las campañas militares y las pala- bras de Dios: ...aprovisionaos, la mejor provisión es el temor a Dios... (2:197)

1280. Asmâ’ relató: ‘Yo preparé las provisiones del Mensajero de Dios (B y P) en la casa de Abû Bakr, cuando quiso emigrar a Medina. No encon- traba con qué anudar el recipiente de comida y el odre de agua; así que dije a Abû Bakr: ‘¡Por Dios! No encuentro con qué anudarlos excepto mi faja’. Abû Bakr dijo: ‘Córtala, pues, en dos pedazos y anuda con uno el odre de agua y con el otro la comida’. Así lo hice’. Por eso fue llamada: Dhat al nitâqayn, «la de las dos fajas».

 

LVIII • Compartiendo un asno

1281. Relató (‘Urwa, de boca de Usâma bin Zayd) que: El Mensajero de Dios (B y P) monto un asno que tenía una silla cubierta con terciope- lo e hizo montar detrás de él a Usâma.

1282. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que el Men- sajero de Dios (B y P) entró en Makka, el día de la conquista, desde su parte alta montando sobre su camella, haciendo montar detrás de él a Usâma bin Zayd. Junto a él venía Bilâl y ‘Uzmân bin Tal- ha que era de los custodios (de la Ka‘ba). Cuando llegó a la mezquita, bajó de su montura y ordenó (a ‘Uzmân) que trajera la llave de la Casa Sagra- da y la abrió. El Mensajero de Dios (B y P) entró y el resto del hadiz ya fue mencionado (ver Nro. 317).

 

LIX • Es desaconsejable viajar con copias del Corán a tierra del enemigo

1283. ‘Abdullah bin ‘Umar también relató que el Mensajero de Dios (B y P) prohibió viajar lle- vando copias del Corán a un país hostil.

 

LX • Lo que es desaconsejable al le- vantar la voz pronunciando el takbîr

1284. Abû Mûsâ Al-Ash‘ari dijo: ‘Viajábamos con el Mensajero de Dios (B y P) y cada vez que pasábamos por una elevación decíamos: No hay más Dios sino Dios y pronunciábamos el takbîr. Debido a ello nuestras voces se elevaban bastante. El Profeta (B y P) dijo entonces: «¡Oh gente! Sed misericordiosos con vosotros mismos. No estáis rogando a un sordo o ausente. Él está con voso- tros y Él es Omnioyente y Cercano»’.

 

LXI • Decir subhâna allah (glorificado sea Dios) al descender por un valle

1285. Ÿâbir bin ‘Abdullah Al-Ansâri dijo: ‘Cuando subíamos a una elevación pronunciába- mos el takbîr y cuando descendíamos decíamos: Subhâna Allah’.

 

LXII • Al viajero se le registra una recompensa equivalente a lo que hacía cuando estaba en su hogar

1286. Abû Mûsâ Al-Ash‘ari dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Cuando el siervo se enfer- ma o viaja, se le registra una recompensa similar a la de lo que hacía estando sano en su hogar»’.

 

LXIII • Viajando solo

1287. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que el Pro- feta (B y P) dijo: «Si la gente supiese lo que yo sé de viajar solo, no viajarían sobre sus monturas ni una noche».

 

LXIV • El ÿihâd con permiso de ambos padres

1288. ‘Abdullah bin ‘Amrû dijo: ‘Un hombre llegó ante el Profeta (B y P) y le pidió permiso para salir en el ÿihâd. El Profeta (B y P) le pregun- tó: «¿Están vivos tus padres?» Le respondió: ‘Sí’. Entonces le dijo: «Esfuérzate, pues, con ellos»’.

 

LXV • Lo que se menciona sobre col- gar campanas o algo similar del cuello de los camellos

1289. Abû Bashîr Al-Ansâri relató que esta- ba acompañando al Mensajero de Dios (B y P) en una de sus campañas. La gente estaba en sus cam- pamentos y el Mensajero de Dios (B y P) mandó un enviado que dijo: ‘Que no quede ningún collar de cuerda u otro collar en los cuellos de los came- llos; todos deben ser cortados’.

 

LXVI • Si un hombre se enlistó en el ejercito y luego su mujer sale al haÿÿ o tiene otra excusa le- gal... ¿se le puede dar licencia?

1290. ‘Abdullah bin ‘Abbâs relató que oyó al Profeta (B y P) decir: «No se puede quedar a solas un hombre con una mujer (ajena) y ninguna mu- jer puede viajar si no la acompaña un mahram». Un hombre se levantó y dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Yo fui inscrito para tal o cual batalla y mi mujer está saliendo a realizar el haÿÿ’. El Profeta (B y P) le dijo: «Ve y haz el haÿÿ con tu mujer».

 

LXVII • Los prisioneros de guerra encadenados

1291. Abû Huraira relató que el Profeta (B y P) dijo: «Dios se extraña de una gente que entra al Paraíso en cadenas» .

 

LXVIII • Atacar el campo enemigo por la noche con la posibilidad de matar bebés y niños (involuntariamente)

1292. Al-Sa‘b bin Jazzâma dijo: ‘El Profeta(ByP)pasó cerca de mi en Al-Abwá’o en Waddán y alguien le preguntó sobre los incrédulos que son atacados por sorpresa de noche con la posibilidad de matar a sus mujeres y niños’. El dijo: «Son de ellos». Y lo oí decir: «No habrá más Hima sino para Dios y Su Mensajero» .

 

LXIX • Matar niños en la guerra

1293. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que en una de las batallas del Profeta (B y P) se encontró a una mujer muerta y el Mensajero de Dios (B y P) declaró que desaprobaba matar mujeres y niños.

 

LXX • No se debe castigar con el castigo de Dios

1294. Cuando Ibn ‘Abbâs se enteró que ‘Alî ha- bía quemado con fuego a unas personas dijo: ‘Si fuese yo no los habría quemado, porque el Profeta (B y P) dijo: «No castiguéis con el castigo de Dios», y los habría matado (de otra manera) igual, porque el Profeta (B y P) dijo: «A quien descarte su religión (de los musulmanes) matadlo»’.

 

LXXI

1295. Abû Huraira dijo: ‘Oí al Mensajero de Dios (B y P) decir: «Una hormiga picó a uno de los profetas y éste ordenó que se queme toda la colonia de hormigas. Entonces, Dios le reveló: ¿Por una hormiga que te picó haces quemar a toda una nación de las que glorifican a Dios?»’

 

LXXII • Quemar casas y palmerales

1296. Ÿarîr bin ‘Abdullah dijo: ‘El Mensaje- ro de Dios (B y P) me dijo: «¿Me libráis de Dhul Jalasa ?» que era una construcción de los Jaz‘am que era denominada «la Ka‘ba de los yemeníes». Así que partí con ciento cincuenta caballeros de la tribu Ahmas, que era gente de caballería. Yo no podía sostenerme sobre los caballos; pero el Profeta (B y P) me golpeó en el pecho, tanto que me dejó la marca de sus dedos, y dijo: «¡Oh Dios! Dale firmeza y hazlo un guía y una persona bien guiada»’.

Ÿarîr fue hasta el templo; lo destruyó y lo que- mó; luego envió un mensajero al Enviado de Dios (B y P) para informarle. El mensajero le dijo: ‘¡Por el que te envió con la Verdad! No vine a ti sino después de dejar el lugar como un camello putre- facto y descompuesto (totalmente destruido). El Profeta (B y P) bendijo a los hombres y los corce- les de Ahmas cinco veces’.

 

LXXIII • La guerra es engaño

1297. Abû Huraira relató que el Profeta (B y P) dijo: «¡Que perezca Cosroes! No habrá ningún Cosroes después de él. ¡Y César! ¡Perecerá y no vendrá ningún César después de él! Y os reparti- réis sus tesoros en la causa de Dios» .

1298. Abû Huraira también relató que el Pro- feta (B y P) llamó a la guerra: «Engaño».

 

LXXIV • Lo que es desaconsejable de las disputas y disensiones durante la guerra y el castigo de quien desobedece a su imâm

1299. Al-Barâ’ bin ‘Âzib dijo: ‘El Profeta (B y P) nombró a ‘Abdullah bin Ÿubayr como jefe de los infantes (arqueros) que eran cincuenta en el día de (la batalla de) Uhud; les dijo: «Mantened esta vuestra posición aunque veáis que las aves nos de- voran y no la abandonéis hasta que se os man- de. Y si nos veis que hemos derrotado al enemi- go y los hacemos huir, pues tampoco abandonéis vuestros lugares hasta que se os mande». Y los in- crédulos fueron derrotados. Vimos a sus mujeres huyendo apresuradas mostrando sus joyas y pier- nas al levantar sus vestidos. Entonces dijo la gen- te de ‘Abdullah bin Ÿubayr: ‘¡El botín! ¡Gente! ¡El botín! ¡Vuestros compañeros han vencido! ¿Qué esperáis?’ ‘Abdullah bin Ÿubayr les dijo: ‘¿Acaso habéis olvidado lo que os dijo el Mensajero de Dios (B y P)?’ Ellos dijeron: ‘¡Por Dios! Iremos a la gente esa y tomaremos nuestro botín’. Pero cuando fueron allí fueron forzados a volverse en franca derrota. Todo ese tiempo el Mensajero de Dios (B y P) los llamaba a sus espaldas y sólo quedaron con él doce hombres. Ese día mataron a setenta de los nuestros y el Profeta (B y P) y sus sahabas habían alcanzado a ciento cuarenta de ellos en el día de Badr: Setenta muertos y seten- ta prisioneros. Abû Sufyân dijo (a los musulma- nes que lograron refugiarse en el monte Uhud): ‘¿Está Muhammad entre vosotros?’ tres veces y el Profeta (B y P) les prohibió que respondan. Luego preguntó: ‘¿Está entre vosotros el hijo de Abû Qu- hâfa (Abû Bakr)?’ tres veces; luego dijo: ‘¿Está en- tre vosotros el hijo de Al-Jattâb (‘Umar)?’ tres ve- ces. Después se volvió a su gente y les dijo: ‘Estos fueron muertos’. ‘Umar no pudo contenerse y le gritó: ‘¡Mientes, por Dios, enemigo de Dios! ¡To- dos los que mencionaste están vivos! Y aún está aquí lo que te apena’. Abû Sufyân dijo: ‘Un día por el día de Badr, la guerra es pareja. Encontraréis algunos de vuestros muertos mutilados; yo no mandé a mis hombres hacer eso, aunque no estoy apenado por lo que han hecho’. Entonces, empezó a recitar a viva voz: ¡Elevado seas Hubal! ¡Elevado

seas Hubal! El Profeta (B y P) dijo: «¿No le res- ponderéis?» Dijeron: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿Qué decimos?’ Dijo: «Decid: Dios es más elevado y sublime». Abû Sufyân dijo entonces: ‘Nosotros tenemos a Al-‘Uzza y vosotros no tenéis ningu- na Al-‘Uzza’. El Profeta (B y P) dijo: «¿No le responderéis?» Dijeron: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿Qué decimos?’ Dijo: «Decid: Dios es nuestro mawla y vosotros no tenéis mawla alguno»’.

 

LXXV • Decir: ¡Oh sabâhah! en voz alta al ver el enemigo para que la gente escuche

1300. Salama dijo: ‘Salí de Medina en direc- ción de Al-Gâba. Cuando llegué al sendero mon- tañoso que lleva a Al-Gába, me encontró un sier- vo de ‘Abdu Rahmân bin ‘Awf. Le dije: ‘¡Ay de ti! ¿Qué te ocurre?’ El dijo: ‘¡Las camellas del Pro- feta (B y P) fueron capturadas!’ Dije: ‘¿Quién las tomó?’ Me dijo: ‘Gatafân y Fazâra’. Así que grité tres veces hasta que hice oír a quien estaba entre las dos lavas (Medina). Luego salí a perseguirlos y los alcancé cuando ya habían tomado las came- llas. Empecé a lanzarles flechas mientras recitaba: ‘Yo soy el hijo de Akwa’ y que perezcan hoy los inicuos’. Logré salvar las camellas de sus manos antes de que beban y empecé a llevarlas. El Profeta (B y P) me encontró y le dije: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Esa gente está con sed y yo los obli- gué a que se apresuren antes de poder beber, así que manda gente que los persiga. Él dijo: «¡Hijo de Al-Akwa’! Se te dio la victoria sobre ellos; así que perdónalos. Esa gente, con certeza, estará ocupada con su propio pueblo».

 

LXXVI • Liberando a los cautivos

1301. Abû Mûsâ dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Liberad al que sufre, el cautivo; ali- mentad al hambriento y visitad al enfermo»’.

1302. Abû Ÿuhayfa dijo: ‘Dije a ‘Alî: ‘¿Cono- ces de alguna revelación divina aparte de lo que está en el Libro de Dios?’ ‘Alî respondió: ‘¡No! ¡Por Aquel que parte en dos los granos y crea las almas! No sé de que yo tenga tal conocimiento excepto que tenemos la habilidad de entender el Corán, que Dios nos la da. Tengo también lo que está escrito en este papel’. Pregunté: ‘¿Y qué hay en ese papel?’ Dijo: ‘Los reglamentos de las indem- nizaciones, la liberación de cautivos y que ningún musulmán debe ser muerto por un incrédulo».

 

LXXVII • El rescate de los incrédulos

1303. Anas bin Mâlik relató que unos hom- bres de los ansâríes pidieron permiso al Mensaje- ro de Dios (B y P) diciendo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Permítenos que paguemos el rescate de nuestro sobrino ‘Abbâs’. El Profeta (B y P) les dijo: «No le dejéis ni un dirham» .

 

LXXVIII • Cuando un guerrero incrédulo hostil entra al territorio islámico sin un salvoconducto

1304. Salama bin Al-Akwa’ relató que un espía de los incrédulos vino a espiar al Mensajero de Dios (B y P) mientras estaba en uno de sus viajes. El espía llegó y se sentó con los sahabas del Pro- feta (B y P), conversó con ellos y luego se fue. El Profeta (B y P) dijo entonces: «Buscadlo y mata- dlo». Salama lo mató y el Profeta (B y P) le dio las pertenencias del espía (agregándolas a su botín).

 

LXXIX • Los presentes para los delega- dos extranjeros

 

LXXX • ¿Puede alguien interceder por los dhimmis y tratar con ellos?

1305. ‘Abdullah bin ‘Abbâs dijo: ‘¡El jueves! ¡Las cosas que ocurrieron en jueves!’ Luego llo- ró hasta que sus lágrimas alcanzaron las lozas del suelo. Luego dijo: ‘La enfermedad del Profe- ta (B y P) empeoró un jueves. Entonces el Profeta (B y P) dijo: «Traedme algo para escribir (un escribano y sus implementos) que os redactaré un escrito y no os perderéis después de ello». La gen- te disputó, y no es correcto disputar frente a un profeta. La gente dijo: ‘La enfermedad del Profeta (B y P) se ha puesto bien grave’. El Profeta (B y P) dijo: «Dejadme, que el estado en el cual estoy aho- ra es mejor que lo que vosotros me proponéis». Antes de morir nos recomendó tres cosas: «Ex- pulsad a los politeístas de la península árabe y re- galad a los delegados extranjeros lo mismo que me habéis visto darles». La tercera cosa la olvidé’.

 

LXXXI • Como se presenta el Islam a un niño

1306. ‘Abdullah bin ‘Umar dijo: ‘El Profeta (B y P) se levantó frente a la gente y alabó a Dios con lo que Él se merece; luego mencionó al Fal- so Mesías diciendo: «Os advierto contra él. Todo profeta advirtió a su gente; Nuh (Noé) advirtió a su gente sobre él; pero yo os diré algo que ningún profeta ha dicho a su gente: Debéis saber que el Falso Mesías es tuerto y Dios no es tuerto»’.

 

LXXXII • El imâm registra los nombres de la gente

1307. Hudhayfa dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo: «Escribidme los nombres de quienes se hayan islamizado entre la gente». Se le escribieron los nombres de mil quinientos hombres y nosotros dijimos: ‘¿Debemos temer siendo que somos mil quinientos?’ Y sucedió que pasamos atribulacio- nes tan duras que uno de nosotros llegaba a rezar solo y seguía temiendo’ .

 

LXXXIII • Quien se queda tres días en el pueblo enemigo luego de salir victorioso contra ellos

1308. Abû Talha relató que el Profeta (B y P), cuando derrotaba a un pueblo, se quedaba por tres noches en su ciudad.

 

LXXXIV • Si los politeístas toman la propiedad de un musulmán como botín de guerra y luego el musulmán la encuentra

1309. Se relata de ‘Abdullah bin ‘Umar que uno de sus caballos escapó y el enemigo lo cap- turó. Cuando los musulmanes los derrotaron se le devolvió el caballo en la época del Profeta (B y P). Después huyó uno de sus esclavos y se internó en territorio bizantino. Cuando los musulmanes de- rrotaron a los bizantinos, Jâlid bin Al-Walîd se lo devolvió, es decir: Después de la época del Profe- ta (B y P).

 

LXXXV • Quien habla persa o habla el árabe con acento extranjero. Las palabras de Dios: y entre sus signos está la creación de los cielos y la tierra, la di- versidad de vuestras lenguas y vuestros colores... (30:22) y no mandamos a ningún enviado que no hablara la lengua de su pue- blo (14:4)

1310. Ÿâbir bin ‘Abdullah relató: ‘Dije: ‘¡Men- sajero de Dios (B y P)! Hemos matado una oveja joven de nosotros y hemos molido un sâ‘ de cebada; ven con algunas personas (a comer con no- sotros)’. El Profeta (B y P) gritó diciendo: «¡Gente de la trinchera! Ÿâbir ha preparado súr (palabra persa que significa comida). ¡Venid pues!»’

1311. Umm Jâlid, hija de Jâlid bin Sa‘îd, rela- tó: ‘Fui con mi padre ante el Mensajero de Dios (B y P) y yo vestía un camisón amarillo. El Men- sajero de Dios (B y P) dijo: «Sanah, sanah»– lo cual significa: «Bello» en etíope–. Yo me puse a jugar con la señal de la profecía (en la espalda del Profeta (B y P)) y mi padre me reprendió dura- mente por ello. El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Déjala». Luego invocó una larga vida para mí di- ciendo: «Viste tu vestido hasta que se haga hara- pos y luego vístelo hasta que se haga harapos» tres veces’.

 

LXXXVI • Robar del botín antes de su distribución y las palabras de Dios quien defraude llevará lo defraudado el Día de la Resu- rrección (3:161)

1312. Abû Huraira relató: ‘El Mensajero de Dios (B y P) se levantó frente a nosotros y men- cionó el robo de botín antes de repartirse. Enfatzó en su gran magnitud y declaró que era un gran pecado diciendo: «No robéis del botín; no quiero encontraros el Día de la Resurrección cargando sobre vuestros hombros una oveja que bala o un caballo relinchando. (Tal persona) dirá: ‘¡Men- sajero de Dios (B y P)! ¡Socórreme!’ Yo le diré: ‘No tengo potestad alguna de ayudarte ante Dios; yo te advertí’. Otro cargará oro o plata sobre su cuello; dirá: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¡Socó- rreme!’ Yo le diré: ‘No tengo potestad alguna de ayudarte ante Dios; yo te advertí’. Otro cargará ropajes agitándose sobre su cuello; dirá: ‘¡Mensa- jero de Dios (B y P)! ¡Socórreme!’ Yo le diré: ‘No tengo potestad alguna de ayudarte ante Dios; yo te advertí’»’.

 

LXXXVII • El robo leve de botín

1313. ‘Abdullah bin ‘Amrû dijo: ‘Había un hombre que custodiaba la familia y los bienes del Mensajero de Dios (B y P); lo llamaban Kir- kira. Este hombre murió y el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Él está en el Fuego». La gente fue a verlo y encontraron en sus aposentos un manto que había robado’.

 

LXXXVIII • La recepción de los guerreros (al volver del ÿihâd)

1314. Ibn Al-Zubayr relató que dijo a Ibn Ya‘far: ‘¿Recuerdas cuando fuimos a recibir al Mensajero de Dios (B y P), yo, tú e Ibn ‘Abbâs, y el Mensajero de Dios (B y P) nos hizo montar con él y a ti te dejó abajo?’

1315. Al-Sâ‘ib bin Yazîd dijo: ‘Yo y otros mu- chachos fuimos a recibir al Mensajero de Dios (B y P) en Zaniyyat al Wadâ».

1316. Anas bin Mâlik dijo: ‘Estabamos con el Profeta (B y P) volviendo de ‘Usfán. El Mensaje- ro de Dios (B y P) montaba su camella y la com- partía con Safiyya bint Huyay. La camella resbaló y ambos cayeron al suelo. Abû Talha descendió de su montura de un salto y dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¡Que Dios me haga tu rescate!’ El Profeta (B y P) le dijo: «Ve y preocúpate de la mu- jer». Abû Talha cubrió su rostro con un vestido y acercándose a Safiyya se lo puso encima. Luego les reacondicionó su montura y montaron; nosotros rodeábamos al Mensajero de Dios (B y P) como un cobertor. Cuando tuvimos a vista a Medina, el Profeta (B y P) dijo: «Retornamos arrepentidos, adorando y alabando a nuestro Señor» y no dejó de decir aquello hasta que entramos a Medina’.

 

LXXXIX • El salat al volver de un viaje

1317. Ka‘b relató que el Profeta (B y P), cuan- do llegaba de un viaje a media mañana, entraba en la mezquita y rezaba dos rak‘ât antes de sen- tarse.

 

XC • La prescripción del jums

1318. ‘Umar bin Al-Jattâb relató: ‘El Mensa- jero de Dios (B y P) dijo: «Nuestras propiedades no son heredadas por nadie; lo que dejamos es caridad». Él solía pagar anualmente los gastos de su familia con las propiedades que se le asignaron como fay’ (botín capturado sin combatir). El res- to lo gastaba en la causa de Dios’. Luego pregun- tó a los sahabas presentes: ‘Os pregunto por Dios, Aquél con cuyo permiso existen los cielos y la tie- rra: ¿Sabéis de esto?’ Ellos respondieron: ‘Sí’. En ese momento estaban presentes: ‘Alî, ‘Abbâs, ‘Uz- mân, ‘Abdu Rahmân bin ‘Awf, Al-Zubayr y Sa‘d bin Abi Waqqâs. Luego (Al-Bujâri) mencionó el hadiz de ‘Alî y Al-‘Abbâs y su disputa; no es de nuestra incumbencia citarlo.

 

XCI • Lo que se menciona sobre la ar- madura del Profeta (B y P), su bastón, su espada, su copa, su anillo y lo que los califas usaron de estas cosas, sin que se mencione su distribución, además de su cabello, sus calzados y sus utensilios, con los cuales buscaban bendecirse los saha- bas y otros después de su muerte

1319. Anas bin Mâlik relató que sacó para los sahabas dos calzados de piel sin pelo que tenían cordones de piel. Dijo que eran los calzados del Profeta (B y P).

1320. ‘Âisha extrajo una prenda de lana par- chada y dijo: ‘El Profeta (B y P) vestía esto cuando fue tomada su alma’.

1321. En otra versión se dice que ‘Âisha ex- trajo un izâr de lana gruesa, de esos que se hacen en el Yemen, y una prenda de las llamadas mulabbada.

1322. Anas bin Mâlik relató que la copa del Profeta (B y P) se partió y fue reparada con un alambre de plata en el lugar de la rajadura.

 

XCII • Las palabras de Dios: ...su quin- to corresponde a Dios y al Mensajero... (8:41)

1323. Ÿâbir bin ‘Abdullah Al-Ansâri dijo: ‘Uno de nuestros hombres tuvo un hijo y lo llamó: Al- Qâsim; entonces los ansâríes dijeron: ‘No te lla- maremos Abû l Qâsim (padre de Al-Qâsim, como al Profeta (B y P)) y nunca te honraremos con ese honroso título’. Este hombre fue ante el Profe- ta (B y P) y le dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Tuve un hijo al que puse por nombre: Al-Qâsim; entonces los ansâríes dijeron: ‘No te llamaremos Abûl Qâsim y nunca te honraremos con ese hon- roso título». El Profeta (B y P) dijo: «Hacen bien los ansâríes; podéis tomar mi nombre pero no to- méis mi kunya . Pues yo soy Qâsim (lit.: el que divide o reparte)»’.

1324. Abû Huraira relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «No es que yo les dé o les mez- quine; yo soy Qâsim (el que reparte) y doy como se me ha ordenado».

1325. Jawla Al-Ansâriyya dijo: ‘Oí al Mensaje- ro de Dios (B y P) decir: «Algunas personas gas- tan las propiedades de Dios injustamente; ellos sufrirán el Fuego en el Día de la Resurrección»’.

 

XCIII • Las palabras del Profeta (B y P): «se os hizo lícito tomar botín»

1326. Abû Huraira dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Uno de los profetas salió en una campaña militar y dijo: ‘No me seguirán los que se han casado y aún no consuman el matri- monio; tampoco me seguirán los que estén cons- truyendo sus casas y aún no hayan terminado el techo; tampoco me seguirá quien tenga ganado o camellas y esté esperando que nazcan sus crías’. Ese profeta partió en su expedición y cuando lle- gó a la ciudad enemiga a la hora de la oración del ‘asr o cerca de eso, dijo al sol: ‘Tú estas bajo órdenes y yo estoy bajo órdenes. ¡Oh Dios! ¡De- tén un momento el sol para nosotros!’ Y el sol fue detenido hasta que fueron victoriosos. Luego reunieron el botín y llegó –el fuego– para devo- rarlo pero no lo lo hizo. El Profeta (B y P) dijo: ‘Alguien entre vosotros ha robado algo del botín; un hombre de cada tribu debe jurarme fidelidad estrechando mi mano’. La mano de un hombre quedó adherida a la mano del profeta; enton- ces dijo: ‘Entre vosotros está el ladrón del botín; ahora debe jurarme fidelidad todo hombre de tu tribu estrechando mi mano’. Las manos de dos o tres hombres quedaron adheridas a la del profeta; entonces él les dijo: ‘Vosotros sois los ladrones’. Y ellos trajeron una cabeza de oro, del tamaño de la de una vaca, y la pusieron con el resto del botín. Entonces, el fuego lo consumió todo. Des- pués, Dios nos hizo lícito el botín. Dios vio nues- tra debilidad e impotencia y nos hizo lícito tomar el botín para nosotros»’.

 

XCIV

1327. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que el Men- sajero de Dios (B y P) envió una expedición hacia Naÿd e Ibn ‘Umar estaba en ella. Capturaron mu- chos camellos. La parte de cada guerrero fue de doce camellos u once camellos. Y cada uno reci- bió un camello más.

1328. Ÿâbir bin ‘Abdullah dijo: ‘Mientras el Mensajero de Dios (B y P) repartía un botín en Al-Ÿi‘rána, un hombre le dijo: ‘Sé justo’. El Profeta (B y P) le dijo: «Sería un insensato si no fuese justo»’.

1329. ‘Abdullah bin ‘Umar relató que ‘Umar obtuvo dos esclavas del botín de Hunayn y las puso a servir en una casa de Makka. Cuando el Mensajero de Dios (B y P) liberó a todos los cau- tivos de Hunayn sin pedir rescate, estos salieron a las calles. ‘Umar dijo: ‘¡‘Abdullah! Mira...¿Qué es esto?’. ‘Abdullah bin ‘Umar dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) ha liberado a todos los cautivos de Hunayn sin rescate alguno’. ‘Umar dijo: ‘Vé, pues, y libera a las dos esclavas’.

 

XCV • Quien no retira el jums de los botines y quien muere se ganó su parte sin que se le quite el jums; el veredicto del imâm al respecto

1330. ‘Abdu Rahmân bin ‘Awf dijo: ‘Mientras estaba en la línea de combate el día de Badr miré a mi derecha y a mi izquierda; vi a dos muchachos de los ansâríes, de muy corta edad. Pensé: Oja- lá estuviera entre dos guerreros mejores que estos dos. Uno de ellos captó mi atención diciéndome: ‘¡Tío! ¿Conoces a Abû Ÿahl?’ Dije: ‘Sí ¿Qué asun- to tienes con él sobrino?’ Dijo: ‘Oí que insulta al Mensajero de Dios (B y P) y ¡Por el que tiene mi alma en Su mano! Si lo veo mi cuerpo no se sepa- rará del suyo hasta que muera el primero de noso- tros que lo tenía predestinado’. Eso me sorprendió mucho. Luego el otro me hizo señas y me dijo lo mismo que el primero. Después de un tiempo vi a Abû Ÿahl andando entre la gente. Les dije: ¡Oíd! Allí está ese por quien me preguntasteis. Entonces ellos se fueron contra él con sus espadas y lo gol- pearon hasta que lo mataron. Luego fueron hasta el Mensajero de Dios (B y P) y le informaron. El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «¿Cuál de vosotros dos lo mató?» Y cada uno de ellos dijo: ‘Yo lo maté’. El Profeta (B y P) dijo: «¿Habéis limpiado vuestras espadas con algo?» Dijeron: ‘No’. Miró las espadas y dijo: «Ambos lo habéis matado. Sus pertenencias serán para Mu‘âdh bin ‘Amrû bin Al- Ÿamûh». Los muchachos eran: Mu‘âdh bin ‘Afrâ’ y Mu‘âdh bin ‘Amrû bin Al-Ÿamûh’.

 

XCVI • Lo que el Profeta solía dar a los de corazones atraídos y a otros, del jums y otras fuentes

1331. Anas bin Mâlik dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo: «Yo doy a los quraysh para atraer sus cora- zones pues su vida en la Ignorancia es aún recien- te»’.

1332. Anas bin Mâlik relató que unos ansâríes dijeron al Mensajero de Dios (B y P), cuando Dios dotó al Mensajero de Dios (B y P) con bienes de Hawâzin y él empezó a dar a los hombres de Qu- raysh de a cien camellos: ‘Que Dios perdone al Mensajero de Dios (B y P); da a los qurayshíes y a nosotros nos deja de lado, siendo que nuestras es- padas aún gotean su sangre. El Mensajero de Dios (B y P) fue informado de sus palabras; entonces llamó a todos los ansâríes y los reunió bajo una tienda de cuero a la cual no convocó a nadie más. Cuando se reunieron todos el Mensajero de Dios (B y P) vino y dijo: «¿Qué palabras son esas que me han llegado de vosotros?» Los más entendi- dos de los ansâríes dijeron: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Los más influyentes de nosotros no han dicho nada». El resto del hadiz ya fue menciona- do en su totalidad (Nro. 1673).

1333. Ÿubayr bin Mut‘im relató que, mien- tras volvía acompañando al Mensajero de Dios (B y P) y a la gente de Hunayn, los beduinos ro- dearon al Mensajero de Dios (B y P) pidiéndole cosas hasta que lo forzaron a refugiarse bajo un árbol de Samura y allí su ridá’ fue tomado por al- guien. El Mensajero de Dios (B y P) se levantó y dijo: «Devolvedme mi ridá’. Si tuviera tantos ca- mellos como estos árboles los repartiría entre vo- sotros; y no me encontraríais mezquino, ni men- tiroso, ni cobarde».

1334. Anas bin Mâlik relató: ‘Caminaba con el Profeta (B y P) y él vestía una capa de Naÿrán con un grueso doblado. Entonces, lo alcanzó un be- duino y tiró de la capa con tanta fuerza que pude ver la marca del doblado en el hombro del Profeta

(B y P) por la violencia del tirón. El beduino dijo: ‘Manda que se me dé de las propiedades de Dios que tú tienes.’ El Profeta (B y P) se dio vuelta para mirarlo; luego se rio y ordenó que se le dé algo.’

1335. ‘Abdullah dijo: ‘El día de Hunayn el Pro- feta (B y P) dio preferencia a unas personas al re- partir el botín. Dio a Al-Aqra’ bin Hábis cien ca- mellos y a ‘Uyayna lo mismo. Dio también a los nobles entre los árabes, dándoles preferencia ese día. Un hombre dijo: ‘¡Por Dios! Esta distribu- ción no fue justa’ o ‘no se hizo con la intención de complacer a Dios’. Yo dije: ‘¡Por Dios! ¡Avisaré al Profeta (B y P)!’ Fui ante el Profeta (B y P) y le in- formé de lo dicho. El dijo: «¿Y quién será justo si no es justo Dios y Su mensajero? ¡Que Dios tenga misericordia de Mûsa! Se le dañó mucho más y tuvo paciencia»’.

 

XCVII • Obtención de comida en el campo de batalla

1336. ‘Abdullah bin ‘Umar dijo: ‘En nuestras campañas militares solíamos capturar cantidades de miel y uvas. Nos las comíamos y no se conser- vaban’.

 

XCVIII • La ÿizia y las treguas tempora- les con los incrédulos hostiles

1337. Se relata de ‘Umar bin Al-Jattâb que escribió a la gente de Basra un año antes de su muerte: ‘Separad todas las parejas incestuosas de los zoroastrianos’. ‘Umar no tomaba la ÿizia de los zoroastrianos (maÿûs) hasta que ‘Abdu Rahmân bin ‘Awf testificó que el Profeta (B y P) aceptó la ÿizia de los zoroastrianos de Haÿar.

1338. ‘Amrû bin ‘Awf Al-Ansári, aliado de los Bani ‘Amir bin Lu‘ayy, presenció la batalla de Badr y relató que el Profeta (B y P) envió a Abû ‘Ubayda bin Al-Ÿarrâh hasta Bahrayn para reco- ger su ÿizia. El Mensajero de Dios (B y P) había firmado un acuerdo con la gente de Bahrayn y les puso como gobernador a Al-‘Alá’ bin Al-Ha- drami. Cuando Abû ‘Ubayda volvía a Medina, los ansâríes oyeron de su regreso, que coincidió con el salat del faÿr del Profeta (B y P). Cuando el Profeta (B y P) terminó de dirigirlos en el faÿr los ansâríes se le acercaron. El Profeta (B y P) los vio y sonrió; luego dijo: «Creo que habéis oído que Abû ‘Ubayda trajo algo». Dijeron: ‘Así es Mensa- jero de Dios (B y P)’. El Profeta (B y P) dijo: «¡Ale- graos y disfrutad lo que os complace! ¡Por Dios! No es la pobreza lo que temo para vosotros; sino que es la vida de lujos que otras naciones llevaron. Competiréis uno contra otro por el lujo como esas naciones hicieron y os destruirá como destruyó a esas naciones».

1339. Se relata de ‘Umar que envió a la gen- te a combatir a las grandes naciones de los poli- teístas. Cuando Al-Hurmuzân se islamizó, ‘Umar le dijo: ‘Quiero consultarte sobre estos países que pienso invadir’. Al-Hurmuzân dijo: ‘Sí; su caso y el caso de la gente que los habita de los enemigos de los musulmanes es como el de una ave: Tiene una cabeza, dos alas y dos piernas. Si le quiebras una ala se podrá levantar sobre sus dos piernas con su otra ala y su cabeza. Y si se rompe la otra ala se levantará aún con ambas piernas y la ca- beza. Pero, si se destruye la cabeza, se perderán ambas alas, ambas piernas y la cabeza. La cabeza sería Cosroes (Kisra); un ala sería el César bizan- tino (Qaysar) y la otra ala sería Fâris; así es que debes ordenar a los musulmanes que vayan hacia Cosroes. ‘Umar reunió una cantidad de guerreros y los puso bajo las órdenes de Al-Nu‘mân bin Mu- qarrin. Cuando estuvieron en territorio enemigo les salió al encuentro un hombre de Cosroes con cuarenta mil soldados. Un intérprete se levantó y dijo: ‘Que me hable uno de vosotros’. Al-Mugîra dijo: ‘Pregunta lo que quieras’. El intérprete pre- guntó: ‘¿Quiénes sois vosotros?’ Al-Mugîra dijo: ‘Somos gente de los árabes. Vivíamos en una gran insensatez y una gran desgracia; chupábamos cueros y semillas por el hambre. Vestíamos pieles y cueros; adorábamos a piedras y árboles. Estába- mos en ese estado cuando el Señor de los cielos y las tierras –elevada sea su mención y ensalzada sea su excelencia– nos envió un profeta de noso- tros mismos; conocíamos a su padre y a su ma- dre. Nuestro profeta, Enviado de nuestro Señor, nos ordenó que os combatamos hasta que adoréis sólo a Dios o nos deis la ÿizia. Y nuestro Profeta nos inculcó el mensaje de nuestro Señor: Quien sea muerto, de nosotros, irá a un Paraíso de gozo como nunca ha visto y quien quede vivo de noso- tros os dominará’. Al-Nu‘mân dijo (a Al-Mugîra): ‘Tal vez, si hubiese participado en alguna batalla con el Profeta (B y P), él no te habría culpado por esperar ni te hubiese humillado. Pero yo sí he par- ticipado en combates junto al Profeta (B y P): Si no combatía temprano en la mañana, esperaba

hasta que pasen las ventiscas y lleguen las oracio- nes (después del mediodía)».

 

XCIX • Si el imâm concluye una tregua con el rey de una ciudad. ¿esta tregua es válida para el resto de sus habitantes?

1340. Abû Humayd Al-Sâ‘idi dijo: ‘Cuan- do atacamos Tabûk con el Profeta (B y P), el rey de Jerusalén (Ayla) regaló al Profeta (B y P) una mula blanca y le dio una capa para vestir. El Pro- feta (B y P) hizo con él un acuerdo permitiéndole seguir gobernando su tierra’.

 

C• El pecado de quien mata a un inocente de los que han hecho una tregua con los musulmanes

1341. ‘Abdullah bin ‘Amrû relató que el Pro- feta (B y P) dijo: «Quien mate a alguien que haya hecho tregua con nosotros no percibirá el aroma del Paraíso. Este aroma del Paraíso se podrá per- cibir desde una distancia de cuarenta años (de viaje)».

 

CI • Si los politeístas traicionan a los musulmanes ¿deben ser per- donados?

1342. Abû Huraira dijo: ‘Cuando se conquistó Jaybar se le dio como presente al Profeta (B y P) un cordero envenenado. El Profeta (B y P) dijo: «Reunidme a los judíos que estén aquí». Cuan- do se los reunió, el Profeta (B y P) les dijo: «Yo os preguntaré algo ¿seréis sinceros al responder?» Dijeron: ‘Sí’. Les dijo: «¿Quién es vuestro padre?» Dijeron: ‘Es fulano’. El Profeta (B y P) les dijo: «Habéis mentido, pues vuestro padre es fulano». Dijeron: ‘Tienes razón’. Dijo: «¿Entonces, seréis sinceros sobre lo que os voy a preguntar?» Dije- ron: ‘Sí, Abûl Qâsim. Si mentimos sabrás de nues- tra mentira como supiste lo de nuestro padre’. Les preguntó: «¿Quién será la gente del Fuego?» Di- jeron: ‘Nosotros estaremos en él por poco tiem- po, después del cual vosotros quedaréis en él’. El dijo: «¡Seréis humillados en el Fuego! ¡Por Dios! Nunca os vamos a suceder en el Fuego». Luego les dijo: «¿Seréis sinceros sobre lo que os voy a pre- guntar?» Dijeron: ‘Sí, Abûl Qâsim’. Les preguntó: «¿Habéis puesto veneno en este cordero?» Dije- ron: ‘Si’. Les dijo: «¿Qué os impulsó a hacer eso?» Dijeron: ‘Quisimos descansar de ti si eras falso y si eres veraz no te haría daño».

 

CII • La tregua y la reconciliación con los politeístas por medios económicos u otros y el pecado de quien no cumple con la tregua

1343. Sahl bin Abi Hazma dijo: ‘ ‘Abdullah bin Sahl y Muhayyisa bin Mas‘ûd bin Zayd partieron hacia Jaybar, que en esa época tenía una tregua firmada (con los musulmanes). Al llegar se se- pararon. Al tiempo Muhayyisa buscó a ‘Abdull- ah bin Sahl y lo encontró desangrándose y agi- tándose en los espasmos de la muerte, pues fue asesinado. Lo enterró y luego volvió a Medina. Entonces, ‘Abdu Rahmân bin Sahl, Muhayyisa y Huwayyisa, hijos de Mas‘ûd fueron a ver al Pro- feta (B y P). ‘Abdu Rahmân quiso hablar; el Pro- feta (B y P) le dijo: «Que sea uno mayor, que sea uno mayor», pues era el menor, y ‘Abdu Rahmân calló. Entonces hablaron los otros dos. El Profeta (B y P) les dijo: «¿Sois capaces de jurar al respecto y tomar vuestros derechos del asesino de vuestro familiar?» Ellos dijeron: ‘¿Cómo podríamos ju- rar si no presenciamos ni vimos nada?’ El dijo: «Entonces los judíos podrán redimirse haciendo cincuenta de ellos el juramento de inocencia (Al- Qasâma)». Dijeron: ‘¿Cómo podremos aceptar el juramento de un pueblo incrédulo?’ Entonces, el Profeta (B y P) pagó la indemnización de su pro- pio dinero’.

 

CIII • ¿Se puede perdonar a un dhimmi que practica la hechicería?

1344. (...)

Lo que se advierte contra la traición

1345. ‘Awf bin Mâlik relató: ‘Fui a ver al Pro- feta (B y P) cuando estaba sentado en una tienda de cuero. Dijo: «Cuenta seis cosas antes de la Hora: Mi muerte; luego la conquista de Jerusalén (Al-Bayt al Maqdis); luego una peste que os ex- terminará como la peste que extermina al gana- do; luego tal aumento de la fortuna que si a uno se le dan cien dinares no estará satisfecho; luego una atribulación que azotará a todas las casas de los árabes; luego vendrá un tratado entre vosotros y los bizantinos (Bani al Asfar), el cual será roto por la traición de los bizantinos que os atacarán con ochenta estandartes, debajo de cada uno ha- brá doce mil guerreros».

 

CV • El pecado de quien firma un acuerdo y luego lo viola

1346. Se relata que Abû Huraira dijo una vez (a la gente): ‘¿Cuál será vuestro estado cuando no podáis recolectar ningún dinar y ningún dirham (de los dhimmis)?’ Alguien le preguntó entonces: ‘¿Y cómo piensas que sucederá eso?’ Abû Huraira respondió: ‘¡Por Aquel que tiene mi alma en Su mano! Yo lo sé por las palabras del veraz, el ve- razmente inspirado (el Profeta (B y P))’. La gente preguntó: ‘¿Y qué dicen esas palabras?’ Dijo: ‘La garantía ofrecida por Dios y Su Mensajero (a los dhimmis) será violada y esto endurecerá tanto los corazones de los dhimmis que se negarán a pagar la ÿizia’.

 

CVI • El pecado de un traidor, sin importar si traiciona a un piadoso o a un corrupto

1347. ‘Abdullah y Anas relataron que el Profe- ta (B y P) dijo: «Todo traidor tendrá un estandar- te el Día de la Resurrección». Uno de ellos dijo: ‘Será plantado’ y el otro dijo: ‘Será visto el Día de la Resurrección’, para que el traidor sea reconocido por él.

 

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