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Concentración y humildad apropiadas durante la oración.

 

Pregunta

 

¿Es verdad que si a una oración le falta una concentración y humildad completa ante Dios, Él no la aceptará?

Texto de la respuesta

Alabado sea Dios.

Lo que el creyente debe hacer es ser humilde en su oración y concentrarse durante ella, porque Dios, exaltado sea, dijo (interpretación del significado):

“Por cierto que triunfarán los creyentes. Que observen sus oraciones con sumisión” (Los Creyentes, 23:1-2).

La concentración y la humildad durante la oración son algunos de los aspectos más importantes y la esencia de la oración. Por consiguiente, debemos prestar atención para enfocarnos con la humildad apropiada durante la oración y realizarla con tranquilidad y sin prisa, cuando nos postramos e inclinamos, entre las dos postraciones, luego inclinarnos, y cuando nos ponemos de pie otra vez.

 

Si el orante falla en su concentración y humildad porque está demasiado apresurado, entonces su oración queda inválida.

Pero si está tranquilo y realiza su oración sin prisas, aunque a veces su mente divague y se descuide, esto no invalida su oración. Sin embargo, no tendrá la misma recompensa que cuando su mente estuvo concentrada y tuvo la debida humildad y atención plena hacia Dios. Tendrá la recompensa por lo que logró, pero en cuanto a las partes en las que perdió su concentración, perderá recompensa también. Por lo tanto, el orante debe concentrarse en su oración y hacerla sin prisa, con humildad ante Dios, glorificado y exaltado Sea, para lograr una recompensa completa. Pero su oración no se invalida por eso, a menos que el creyente la realice de una manera apresurada y descuidada, como cuando uno se inclina pero no se toma el tiempo para permanecer en esa posición, y los movimientos, demasiado apresurados, no reflejan la humildad apropiada. Lo que debe hacerse es moverse con tranquilidad, adoptando la postura correcta, para que tenga tiempo suficiente de decir Subhana Rábbi al-‘Adhím (Glorificado sea mi Señor, el Grandioso) cuando se inclina, de decir Rábbana wa laka al-hámd (Señor nuestro, a Ti pertenece toda alabanza) cuando se levanta después de la inclinación, de decir Subhana Rábbi al-A‘la (Glorificado sea mi Señor, el Altísimo), cuando se postra, y luego de decir Rábbi ighfir li (Señor, perdóname) entre las dos postraciones.

Cuando el Profeta (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) vio a un hombre que no oraba con calma como debía, le dijo que repitiera su oración: “Reza, porque no lo has hecho”. Orar de una manera tranquila y sin prisa es uno de los aspectos más importantes de oración, y esto es lo que se requiere del orante, al inclinarse y postrarse, entre las dos postraciones y al levantarse después de la inclinación. Eso en árabe se llama tama’nina, que significa tener calma y tranquilidad. También es mencionado como concentración, lo que significa tener un enfoque apropiado y humildad al rezar.

Entonces, es esencial orar de manera tranquila y sin prisas, de modo que en cada etapa de la oración tenga tiempo de realizar con cuidado lo que corresponde. Cuando el creyente se inclina, debe hacerlo sin prisa de manera que su oración sea lo más íntegra y completa posible.

Shéij ‘Abd el-‘Azíz ibn Baaz.

 

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