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DEL MÉRITO DE LA PACIENCIA ANTE EL HAMBRE Y LA RUDEZA DE LA VIDA- Capitulo 56


(Y del limitarse en la comida, bebida, vestido y otros, así como el abandono de los deseos y apetitos caprichosos)


QUR’AN

Dijo Allah, Altísimo sea:

“Después les siguió una generación que abandonó la oración y siguió las pasiones. Pero encontrarán la perdición, excepto quienes crean, se arrepientan y actúen rec- tamente. Esos serán los que entrarán felices en el Jardín y no se les hará injusticia en nada.”
(María /59-60)

“Y apareció (Coré) ante su pueblo con sus adornos; entonces dijeron los que querí- an la vida de este mundo: ‘¡Ojalá y tuviéramos lo mismo que se le ha dado a Coré. Realmente tiene una suerte inmensa!’
Después dijeron los dotados de conocimiento: ‘¡Ay de vosotros! La recompensa de Allah es mejor para quien crea y obre rectamente’.”
(Las Historias /79-80)

“Después seréis preguntados ese día por los momentos de gracia que hayáis teni- do.”
(El Afán de Lucro /8)

“Quien desee la vida efímera... En ella damos lo que queramos y a quien queramos.
Después le prepararemos el Yahannam para que se queme en él, despreciado y abandonado (de la misericordia de Allah).”
(El Viaje Nocturno /18)



HADIZ
1. 494

De Aisha, Allah esté complacido de ella, que dijo:


“No se saciaba la familia de Muhammad, Él le bendiga y le dé paz, comiendo tan sólo un pan de cebada para dos días seguidos. Así, hasta que falleció.”
Lo relataron Al Bujari y Muslim.

Y en otro relato:
“Desde que llegó a Medina, la familia de Muhammad, Él le bendiga y le dé paz, no se saciaba con la comida de trigo para tres noches seguidas. Así, hasta que falleció.”*

*Esto indica la austeridad y el desapego de esta vida del Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, habida cuenta de su rechazo a los ofrecimientos de oro y bienestar que le hacían.


2. 495

Y de Urua, que transmitió de Aisha, Allah esté complacido de ella, la cual solía decir:
“¡Por Allah, sobrina! Que mirábamos la luna nueva, después otra luna nueva y después otra. Así hasta tres lunas nuevas en dos meses durante los cuales no se en- cendió un fuego para cocinar en las casas del Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, o para que se pudiera calentar algo de comida.
Dije: ‘¿Tía, entonces, que es lo que les alimentaba?’
Dijo: ‘Dátiles y agua. Y también que el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, tenía unos vecinos de los auxiliares que tenían cabras. Y solían enviarle de su leche y nos daba de beber’.”

3. 496

De Abu Huraira, Allah esté complacido con él, se transmitió:

Lo relataron Al Bujari y Muslim.

“Que pasó junto a una gente que tenía una cabra asada para comer. Le llama- ron y él rehusó comer diciendo: ‘El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, salió de este mundo sin haberse saciado de comer pan y cebada’.”

4. 497

De Anás, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relató Al Bujari.

“El Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, no comió en su vida sobre una mesa, ni tampoco comió pan fino ni blando.”

5. 498

De An Nuaman Ibn Bashir, Allah esté complacido de los dos, que dijo:

Lo relató Al Bujari.

“He visto a vuestro Profeta sin poder encontrar unos simples dátiles con los que llenar su estómago.”
Lo relató Muslim.


6. 499

De Sahli Ibn Saad, Allah esté complacido con él, que dijo:
“El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, no vio el pan blanco desde que Allah, Altísimo sea, lo envió hasta que murió.
Y se le preguntó: ‘¿Teníais tamices en tiempos del Mensajero, Allah le bendiga y le dé paz?’
Dijo: ‘El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, no vio un tamiz desde que fue enviado hasta que murió.’
Y se le preguntó: ‘¿Y cómo es que comíais la cebada sin tamizar?’
Dijo: ‘La molíamos y soplábamos hasta que volaba lo que no servía, mientras que lo que quedaba lo amasábamos’.”

7. 500

De Abu Huraira, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relató Al Bujari.

“El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, salió cierta noche y se en- contró con Abu Bakar y Úmar, Allah esté complacido con los dos y les preguntó: ‘¿Qué es lo que os ha hecho salir de vuestras casas a estas horas?’
Contestaron: ‘¡El hambre, Mensajero de Allah!’
Dijo: ‘¡Por Aquel que tiene mi alma cogida de su mano! A mí también me ha hecho salir lo que os ha hecho salir a vosotros dos.’
Y les dijo: ‘¡Poneos en marcha!’
Así que fueron con él hasta la casa de un hombre de los auxiliares y no se en- contraba en su casa. Pero cuando lo vio la mujer le dijo: ‘Eres bienvenido y ésta es tu casa.’
Y le preguntó el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz: ‘¿Dónde está fulano (su marido)?’
Contestó: ‘Ha ido para traernos agua del pozo.’
Mientras, en ese momento, llegó el auxiliar y mirando al Mensajero de Allah y a sus dos compañeros, dijo: ‘Alabado sea Allah. Nadie ha sido tan honrado por sus huéspedes como yo el día de hoy.’
Se levantó de inmediato y volvió con un buen racimo en el que había dátiles frescos y otros maduros. Y les dijo: ‘Comed.’
Pero, mientras el ansar tomaba su cuchillo , el Mensajero de Allah, Él le bendi- ga y le dé paz, le advirtió: ‘¡Cuidado con sacrificar una oveja lechera!’
Así pues, sacrificó aquel hombre para ellos un cordero y comieron de él, tam- bién comieron dátiles y bebieron.


Cuando se hubieron hartado y saciado dijo el Mensajero de Allah, Él le bendi- ga y le dé paz, a Abu Bakar y Úmar, Allah esté complacido con los dos: ‘Por Aquel que tiene mi alma cogida de su mano que seréis preguntados el Último Día por es- tos bienes que habéis recibido. Os ha sacado el hambre de vuestras casas. Y no habéis regresado hasta aconteceros esta delicia’.”

8. 501

De Jalid Ibn Úmar Al Adawi que dijo:

Lo relató Muslim.

“Nos habló en un jutba Utba Ibn Gazuan siendo emir de Basora y dando alabanzas a Allah, Altísimo sea, dijo: ‘Verdaderamente, esta vida ha anunciado su término y ha sucedido con rapidez. Pues no queda de ella sino un sorbo como el que queda en el recipiente de uno que lo vierte com- pletamente. Y de esta vida seréis trasladados a otra que no cesará jamás. ¡Trasladaos pues, con los mejores propósitos y con la consecución de las mejores acciones!
Y se nos recordó que la piedra será arrojada desde el borde del Fuego infernal, descenderá durante setenta años sin tocar fondo. ¡Por Allah, que se llenará! ¿No os asombráis por eso?
También nos recordó el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, que la distancia entre dos hojas de las puertas del Jardín es de cuarenta años. Vendrá un día en el que se encontrará abarrotado por la muchedumbre.
Y me he visto a mí mismo como uno de los siete que estaban con el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, sin otra comida que las hojas de un árbol, hasta el punto de herirnos las comisuras de los labios.
Tomé mi manto y lo partí entre Saad Ibn Málik y yo. Me hice con la mitad un ropaje y Saad se hizo otro con la otra mitad.
Y, a partir de hoy, no saldrá de entre nosotros nadie sin que se convierta en emir de un territorio de entre los territorios. Y me refugio en Allah de ser grande en mí mismo y pequeño ante Allah’.”

9. 502

De Abu Musa Al Ashari, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relató Muslim.

“Aisha, Allah esté complacido de ella, nos enseñó un manto y un ropaje basto que cubre el cuerpo desde el ombligo hasta abajo. Y dijo: ‘El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, murió con estos dos ropajes’.”

10. 503

De Saad Ibn Abu Waqqás, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relataron Al Bujari y Muslim.


“Ciertamente, yo fui el primero de los sahaba que disparó una flecha por la causa de Allah. Y mientras combatíamos con el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, no teníamos de comer otra cosa que no fueran hojas de sarmiento y de samur (otro arbusto de la familia de las acacias). Y eso hasta tal punto que nos hacía deponer como lo hacen las cabras.”

11. 504

Lo relataron Al Bujari y Muslim.


De Abu Huraira, Allah esté complacido con él, que dijo el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz:
“¡Oh Allah! Haz que la provisión de la casa de Muhammad sirva como susten- to a sus necesidades sólamente.”

12. 505

De Abu Huraira, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relataron Al Bujari y Muslim.

“¡Por Allah, por Aquel que no hay dios sino Él! Que solía ir con el estómago pegado al suelo y con una piedra atada al vientre del hambre que tenía.
Un día me senté en el camino por el que iba la gente. Y pasó junto a mí el Pro- feta, Allah le bendiga y le dé paz, sonriendo al verme, pues supo lo que había en mi cara y en mí mismo. Después dijo: ‘¡Abu Huraira!’
Dije: ‘¡A tu servicio Mensajero de Allah!’ Dijo: ‘Sígueme.’
Pasó y le seguí.
A continuación entró en una casa pidiendo permiso. Y dándome permiso a mí, entré también. Encontró un recipiente lleno de leche y preguntó: ‘¿De dónde ha venido esta leche?’
Dijeron: ‘Te la ha traído de regalo fulano o fulana.’ Dijo: ‘¡Abu Huraira!’
Dije: ‘¡A tu servicio Mensajero de Allah!’
Dijo: ‘Ve a la gente de As Suffa* y diles que vengan.’
Y el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, solía enviarles cualquier sá- daqa que le llegara, sin tomar nada de ella. Y si le llegaba algún regalo los llamaba para distribuirlo entre ellos y él también participaba.
Esto me afligió un poco y me dije: ‘¡Y que puede hacer esta poca leche para la gente de As Suffa! Si yo soy más merecedor de tomar un sorbo para que me recon- forte. Pero si vinieran, yo sería el que se la diera de beber. ¿Y quedaría para mí de esta leche?’
Y no está en mí desobedecer a Allah y a su Mensajero. Así que fui a ellos y les llamé. Llegaron y pidieron permiso para entrar. Se les concedió y tomaron asiento en la casa.
Y dijo el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz: ‘¡Abu Huraira!’ Dije: ‘¡A tu servicio Mensajero de Allah!’


‘Coge la leche y dales que beban.’
Así pues, cogí el recipiente y se lo di a un hombre que bebió hasta hartarse. Después me lo devolvió y se lo di a otro que bebió hasta hartarse. Después me lo devolvió hasta que llegué al Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, habiéndose har- tado de beber toda la gente.
Y cogiendo el recipiente, lo puso en mi mano, me miró sonriendo y me dijo: ‘¡Abu Huraira!’
‘¡A tu servicio Mensajero de Allah!’ Dijo: ¡Quedamos nosotros dos!
Dijo: ‘Siéntate y bebe.’ Así pues, me senté y bebí.
Y me dijo de nuevo: ‘Bebe.’
Y bebí, pues no cesó de decirme: ¡bebe! hasta que le dije: ‘No. ¡Por Aquel que te envió con la verdad! No encuentro ya ningún sitio vacío.’
Después me dijo: ‘¡Dame el recipiente!’
Se lo entregué, dio alabanzas a Allah y en Su nombre bebió el resto.”
Lo relató Al Bujari.


13. 506


14. 507

*La gente de As Suffa eran pobres de entre los sahaba, sin familia ni di- nero y que vivían al final de la mezquita, a su sombra (a cubierto).

De Muhammad Ibn Sirin; de Abu Huraira, Allah esté complacido con él, dijo:
“Me he visto a mí mismo en la mezquita arrastrándome casi desmayado desde el mimbar del Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, hasta la casa de Aisha, Allah esté complacido de ella.
Después vino uno que puso el pie sobre mi cuello*. Y me vi como si tuviera un ataque de epilepsia. Y no era otra cosa lo que tenía que hambre.”
Lo relató Al Bujari.

*Costumbre entre ellos para hacerlo volver en sí.

De Aisha, Allah esté complacido de ella, que dijo:
“El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, murió habiendo empeñado su cota de malla a un judío por treinta saa* de cebada.”

Lo relataron Al Bujari y Muslim.


15. 508

*Medida de granos equivalente a cuatro puñados con las dos manos abiertas.

De Anás, Allah esté complacido con él, que dijo:



“El Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, empeñó su cota de malla por una cantidad equivalente a su precio en cebada. Y he ido a él con pan de cebada y gra- sa derretida, oyéndole decir: ‘No ha quedado para el día siguiente en la familia de Muhammad ni tan siquiera un saa.’
Y eran nueve esposas.”

16. 509

De Abu Huraira, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relató Al Bujari.

“He visto a setenta de la gente de As Suffa y ninguno de ellos tenía manto su- ficiente para cubrirse la parte superior del cuerpo. Lo que tenían era un ropaje que anudaban al principio y a unos les llegaba a la mitad de la pierna y a otros hasta los tobillos. De forma que se lo tenían que recoger, tanto si lo tenían corto como si lo tenían largo.”

17. 510

De Aisha, Allah esté complacido de ella, que dijo:

Lo relató Al Bujari.


18. 511

“La cama del Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz la constituía una piel curtida rellena con un lío hecho con el tejido fibroso de la palmera.”
Lo relató Al Bujari.

De Ibn Úmar, Allah esté complacido de los dos, que dijo:
“Estábamos sentados con el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, cuando llegó un hombre de los auxiliares, lo saludó y después, cuando se disponía a marcharse, el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, le llamó y le dijo: ‘¡Hermano auxiliar! ¿Cómo está de salud mi hermano Saad Ibn Ubada?’
Dijo: ‘Bien.’
Y a continuación preguntó: ‘¿Quién de vosotros quiere visitarlo?’
Así pues, se levantó y nosotros con él. Eramos más de diez, sin sandalias ni calcetines de cuero ni gorros ni camisas, caminando por la tierra áspera y salada, hasta que llegamos a la casa. Entonces se apartó toda su gente y la familia que es- taba alrededor del enfermo para que se acercara el Mensajero de Allah, Él le bendi- ga y le dé paz, y los que le acompañaban.”

19. 512

Lo relató Muslim.


De Imran Ibn Husein, Allah esté complacido de los dos, que dijo el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz:
“Los mejores de vosotros, los de mi tiempo. Después, los que les sigan. Y des- pués, los que les sigan.


Dijo Imrán: ‘No sé si el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, dijo esto dos o tres veces.’
Y después de ellos habrá un pueblo que atestiguará falsamente sin que se le pida el testimonio. Traicionarán y no obtendrán la confianza. Prometerán y no cumplirán. Y aparecerá en ellos la obesidad a causa del exceso en la comida y be- bida.”

20. 513

21. 514

Lo relataron Al Bujari y Muslim.


De Abu Umama, Allah esté complacido con él, que dijo el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz:
“¡Oh hijo de Adam! Verdaderamente, si ofreces lo que exceda de tus necesida- des, siempre será mejor para ti que si lo retienes.
Y no se reprocha al que tiene una riqueza de acuerdo a sus necesidades, y co- mienza por gastarla en su familia.
Y de otro lado, la mano que está encima es mejor que la que está debajo.”
Lo relató At Tirmidí.


De Ubaidillah Ibn Mihsan Al Ansari, Allah esté complacido con él, que dijo el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz:

“Para aquél de vosotros que amanezca en una pequeña casa, seguro, sano de cuerpo y en posesión de su provisión para el día, es como si se hubiese reunido este mundo en todas sus facetas.”

22. 515

Lo relató At Tirmidi.


De Abdallah Ibn Amrin Ibn Al As, Allah esté complacido de los dos, que dijo el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz:

“Verdaderamente, ha triunfado quien se ha hecho musulmán; su provisión le ha bastado; y Allah le ha contentado con lo que le ha dado.”

23. 516

Lo relató Muslim.


De Abu Muhammad Fadala Ibn Ubaid Al Ansari, Allah esté complacido con él, que oyó decir al Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz:
“¡Bienaventurado sea todo aquél que ha sido guiado al Islam y que la búsqueda de su sustento fuese tan sólo para cubrir sus necesidades y con ello se sintiera satis- fecho!”

24. 517

De Ibn Abbás, Allah esté complacido de los dos, que dijo:

Lo relató At Tirmidi.



“El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, solía irse a dormir noches seguidas con el estómago vacío y su familia no tenía nada para cenar. Y el pan que tenían solía ser de cebada.”

25. 518

De Fadala Ibn Ubaid, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relató At Tirmidi.

“Cuando el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, rezaba con la gente, se caían los hombres que se habían levantado para la oración, abatidos por el ham- bre y la necesidad. Y los que no los conocían pensaban que era epilepsia. Estos eran la gente de As Suffa.
Y al término de la oración, el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, se dirigía hacia ellos para decirles: ‘Si supierais lo que tenéis ante Allah, Altísimo sea, de recompensa, aquello que el oído no puede oír ni los ojos pueden ver, os gustaría que aumentara vuestra pobreza y necesidad’.”

26. 519


27. 520

Lo relató At Tirmidi


De Abu Karima Al Miqdád, Allah esté complacido con él, que oyó decir al Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz:
“No hay nada peor que llenar el estómago con más comida de la que le es ne- cesaria para mantener recta la espina dorsal.
Y si no hay más remedio que comer más que eso, pues un tercio del estómago para la comida, otro tercio para la bebida y el otro restante para el aire.”
Lo relató At Tirmidi.

De Abu Umama Iyas Ibn Zaalaba Al Ansari Al Harizi, Allah esté complacido con él, que dijo:
“Los compañeros del Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, recordaron un día de esta vida en el que les dijo el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz: ‘¡Oídme bien, oídme bien! Ciertamente, la simplicidad y sencillez en la vestimenta es parte del imán’.”

28. 521

De Abu Abdallah Yabir Ibn Abdallah, Allah esté complacido de los dos, que dijo:

Lo relató Abu Daud.

“El Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, nos envió como emisarios de protección al encuentro de la caravana de Quraish, designando como emir de la expedición a Abu Ubaida, Allah esté complacido de él.
Nos aprovisionó con un hatillo lleno de dátiles sin que encontrara otra cosa para nosotros.
Abu Ubaida solía darnos un dátil cada día debido a la escasez. Después uno preguntó: ‘¿Y qué solíais hacer con él?’



Dijo: ‘Lo chupábamos como lo puede chupar un niño. Después bebíamos agua y nos bastaba ese día hasta la noche. También golpeábamos con nuestros bastones las hojas de un árbol conocido, las cuales, humedeciéndolas en agua, nos servían de alimento.’
Continuó diciendo: ‘Partimos hacia la costa. Y se levantó ante nosotros en la orilla del mar un montículo de arena en forma de duna rectangular y de grandes proporciones. Cuando al acercarnos, vimos que se trataba de un enorme cachalote (ámbar).’
Y dijo Abu Ubaida: ‘¡Muerto!’(*)
Luego dijo: ‘¡No! Nosotros somos emisarios del Mensajero de Allah, Él le ben- diga y le dé paz, y por la causa de Allah. Y nos vemos obligados por la necesidad. Así pues, comed.’
Acampamos allí durante un mes los trescientos que éramos, hasta que desapa- reció nuestra delgadez. También nos vimos sacando la grasa de la cavidad de los ojos con el cubo. Y cortábamos trozos tan grandes como un toro.
Y cogiendo Abu Ubaida trece hombres los hizo sentar en la cavidad del ojo del enorme cachalote.
Después tomó una costilla del animal y, poniéndola de pie, hizo pasar por de- bajo de ella el camello más grande que teníamos, con su montura y su jinete.
Por último, nos aprovisionamos de su carne e hicimos tiras y las secamos al
sol.
Cuando llegamos a Medina fuimos al Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé
paz, y le mencionamos todo lo sucedido. Y dijo: ‘Esa es la provisión que Allah sa- có para vosotros. ¿Os queda algo de su carne de la que podáis darnos de comer?’
Así pues, le mandamos de su carne y comió.”
Lo relató Muslim.

*En el Corán se prohibe comer de un animal muerto excepto en caso de extrema necesidad.


29. 522

De Asmá, hija de Yazíd, Allah esté complacido de ella, que dijo:
“La manga de la camisa del Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, le llegaba hasta la muñeca.”*

Lo relató Abu Daud.

Dijo Al Albani: Hadiz Daíf.

*Es decir, no era larga como la llevan los engreídos.


30. 523

De Yabir, Allah esté complacido con él, que dijo:



“Estábamos cavando en el día de la zanja y se interpuso ante nosotros una ma- sa rocosa difícil de cavar.
Fuimos entonces al Profeta, Allah le bendiga y le dé paz y se lo dijimos. Dijo: ‘Yo bajaré para ayudaros.’
Se levantó y vimos que llevaba una piedra ceñida a su enjuto estómago, ya que habíamos permanecido tres días sin probar bocado.
Y, levantando la azada, el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, golpeó la masa dura convirtiéndola en blanda y arenosa.
Entonces le dije: ‘¡Oh Mensajero de Allah! Dame permiso para ir a mi casa.’
Llegué y le dije a mi mujer: ‘He visto algo en el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz y no tengo paciencia para eso, así que mira a ver si tienes algo de comer.’
Dijo: ‘Tengo cebada y una cabra.’
Sacrifiqué la cabra y molí la cebada. De forma que pusimos la carne en la olla. Estando la masa lista y la olla sobre las piedras con su comida y el pan de ce-
bada casi a punto, fui al Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, y le dije: ‘Tengo esta poca comida. Así que disponte tú, Mensajero de Allah, y uno o dos hombres más.’
Preguntó: ‘¿Cuánta comida es?’
Se la mencioné y dijo: ‘Es mucha y buena. Y di a tu mujer que no aparte la olla del fuego ni saque el pan del horno hasta que vaya.’
Después dijo: ‘¡Poneos en pie!’
Y se pusieron en pie los emigrantes de Meca y los auxiliares de Medina.
Y cuando entré, le dije a mi mujer un poco apesadumbrado por tan poca comi- da para tanta gente: ‘Vienen con el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, los emi- grantes, los auxiliares y todos los que estaban con ellos.’
Y dijo ella: ‘¿No te ha preguntado por la comida?’ Dije: ‘Sí.’
Dijo el Mensajero, Allah le bendiga y le dé paz: ‘Entrad sin agolparos.’
Empezó a trocear el pan poniendo carne en él, volviendo a tapar la olla y el horno cada vez que cogía. E iba acercando la comida a sus compañeros.
No cesó de trocear pan y sacar carne hasta que se hubieron saciado todos, quedando todavía más. Y dijo a la mujer: ‘¡Come y da de esto que tienes! Verdade- ramente la gente está acuciada por el hambre’.”

31. 524

De Anás, Allah esté complacido con él, que dijo:

Lo relataron Al Bujari y Muslim.

“Dijo Abu Talha a Umm Sulaim: ‘He oído la voz del Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, y la he notado débil debido al hambre. ¿Tienes algo de comer?’
Dijo ella: ‘Sí.’
Y al mismo tiempo sacó unos panes de cebada. Y después cogió un velo que tenía y, con una parte los envolvió y con la otra me los ató a la cintura, bajo la chi- laba. Después me envió con ellos al Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz.



Así que fui y lo encontré sentado en la mezquita rodeado de gente. Y me dijo: ‘¿Te ha enviado Abu Talha con comida?’
Dije: ‘Sí.’
Y dijo el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz: ‘¡Levantaos!’
Partieron y partí yo delante de ellos hasta que llegué a Abu Talha y le informé de lo sucedido.
Y dijo Abu Talha: ‘¡Umm Sulaim! Ha venido el Mensajero de Allah, Él le ben- diga y le dé paz, con la gente. ¿No tenemos nada con que alimentarlos?’
Dijo ella: ‘Allah y Su Mensajero saben más.’
Salió pues Abu Talha al encuentro del Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, entrando los dos en la casa. Y dijo el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz: ‘Trae lo que tengas, Umm Sulaim.’
Vino entonces con el consabido pan. Umm Sulaim lo desmenuzó y lo trituró, echándolo en un recipiente y condimentándolo.
Luego el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, pidió la bendición en el recipiente, con las palabras que Allah quiso que dijera. Dijo a continuación: ‘Per- mite que vengan diez personas.’
Les dio entrada, comieron hasta saciarse y después salieron. Después dijo: ‘Que vengan otros diez.’
Se les dio permiso para entrar, comieron y después salieron. Después volvió a decir: ‘Que entren otros diez.’
Y así hasta que comieron todos y se hartaron. Y el grupo de gente lo componí- an setenta u ochenta hombres.”
Lo relataron Al Bujari y Muslim.

Nota del T.: No tenemos más remedio que dedicar unas palabras aquí, al final del capítulo de la austeridad.
El Islam no prohibe la riqueza ni impide adornarse con las cosas buenas que Allah ha creado. Siendo el Islam el Din que afirma que Allah, Altí- simo sea, ha creado todo en favor del hombre y para su propio prove- cho.
Sin embargo, Allah, Altísimo sea, está informado de todo cuanto hay en el interior de los siervos de inclinación al derroche y de pugna por au- mentar la riqueza..
Y por todo ello, siervo de Allah, afronta el asunto con sobriedad y aus- teridad en esta vida y desapégate de ella, yendo al encuentro de la otra vida con el aprovisionamiento adecuado.

 

 

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